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Responde artículo de Jovine sobre Troncoso de la Concha

Con indudable desagrado he leído tal como acostumbro en este estimado diario, el artículo de su autoría el pasado día 13 de Marzo, titulado “CIRCUNVALACIÓN JHONNY VENTURA” en el cual bajo el amparo de lo que usted denomina “Bipolaridad Dominicana” arremete contra la memoria de mi abuelo Manuel De Jesús Troncoso, calificándolo de “conspicuo y zalamero trujillista”, cuestionando que la calle con su nombre en esta nuestra ciudad haga esquina con otras calles designadas también con el nombre de tres muy merecidos ciudadanos que tal como el señala “se jugaron la vida contra Trujillo”, circunstancia que usted agrega “más que una ironía constituye una burla”.

Manuel De Jesús Troncoso por razones obvias no puede defenderse de tales desatinos, cargados a mi entender de resentimientos arraigados en su propia ignorancia sobre la vida y proceder de nuestro ascendiente; por tanto, dadas las anteriores circunstancias seré yo su nieto quién asuma su defensa.

En la columna “MI PALESTRA” del periodista Germán A. Martínez, en un artículo publicado hace ya varios años bajo el título de ¡Alto ahí! en ocasión de una crítica similar en su contra, que hago en esta ocasión también mía, este periodista escribía lo siguiente:

“Don Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, sirvió a Trujillo, como sirvieron otros, pero tuvo la gloria, que no la tuvieron otros, de pasar por aquella férrea tiranía y no dejar ni un palacio, ni una finca, ni dinero alguno a la prole que levantara. … que siendo Presidente de la República, la mesa de su casa, aun pagándole el Estado, como a todos los presidentes, era quizás y sin quizás la mesa más pobre de todo el país para que la maledicencia no pudiera señalarle como beneficiado de las cosas del Estado.

Don Manuel de Jesús Troncoso de la Concha legó al país su sabia inteligencia, su saber ilimitado, y una familia que en sus oportunidades le ha sabido dar a la nación su esfuerzo y su trabajo.

Como hombre pudo haber cometido errores.

Como dominicanos tenemos necesariamente que sentirnos orgullosos de que en nuestro país naciera una figura de su porte, de su hombría de bien y de su recio proceder.”

Entiendo igualmente como lo expresó el citado articulista, que nadie puede pasar por encima de la historia para convertirse en un acusador y hacer señalamientos totalmente alejados de la verdad, o lo que es peor, añado yo, apoyarse en afirmaciones manipuladas para fundamentar el objeto de su cuestionado artículo periodístico induciendo al lector a aceptar como buenos y válidos los criterios por usted emitidos haciéndose expresamente de la vista gorda respecto de los muy ganados méritos obtenidos como recordado y apreciado profesor universitario de derecho de varias generaciones, rector de la Universidad de Santo Domingo, Presidente de la Suprema Corte de Justicia, Presidente del Senado y reconocido escritor tanto de obras de derecho administrativo que sirvieron de texto como de otras que contienen y preservan nuestras tradiciones o como corrector de estilo, articulista y colaborador por muchos años de ese mismo periódico en el que usted ahora injustificadamente le critica.

Me atrevo a afirmar, que la designación de una calle de nuestra ciudad con su nombre, con la humildad que siempre le caracterizó hubiera sido rechazada por nuestro abuelo, nunca persiguió ni loas ni fama, teniendo ciertamente todos los atributos para recibirlas. Ahora bien, si tal como interpreto de su artículo periodístico es de su personal interés promover por razones que ignoro el cambio de nombre de la calle con la cual ha sido honrado, por la de otra persona o prócer de su elección, insisto, no realice usted juicios de valor que le corresponden solamente a la historia, en mi humilde entender desmerita su propósito. De todas maneras, le deseo y auguro el mejor de los éxitos en sus esfuerzos cualesquiera que sean sus objetivos, muy probablemente mi abuelo desde donde esté se sentirá también satisfecho.

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