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VIVENCIAS

Shame

Es difícil decidirse por cuál de estas situaciones inclinarse para comentarlas, sobre decisiones adoptadas en el ámbito mediático de la educación en la República Dominicana de que se valen algunas instituciones para otorgar reconocimientos: si realmente los reconocidos lo merecen, si los que lo otorgan olvidan “involuntariamente” el prontuario reprensible, o es una forma de adecentar el nombre y forma de vida de quien lo otorga.

Por igual, es un dilema si en estas situaciones que se presentan debe sentirse lastima o vergüenza que es la traducción del inglés al español de la palabra shame.

Hace algún tiempo, me comentaba un amigo, por cierto, afectado por la conducta impropia y cuestionable de alguien que había sido reconocido por su conducta y solvencia innegable, además de su obligación contraída con la honestidad y la honradez, que de igual manera que hay universidades que negocian con maestrías y doctorados, hay otras que se dedican a entregar doctorados honoris causa que no pasan la prueba de la risa y de la integridad.

Escribió san Agustín, que la verdad es dulce y amarga, cuando es dulce perdona; cuando es amarga, cura. De eso se trata, que podamos encontrar la verdad tan fácilmente como podemos descubrir la falsedad.

El penoso episodio de estos infaustos reconocimientos dice mucho del tiempo que vivimos, Ferdinando Galiani (Lettere, 7,770), explica, que somos “naturalmente propensos a creer virtuosos a nuestros semejantes; y esto es precisamente lo que da tanta ventaja a los farsantes y a los timadores”.

Completaba, su opinión aquel amigo, diciendo, que más que doctorados honoris causa, algunos reciben sin pudor doctorados honoris farsa.