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Errores de código

Aunque nos interese mantenernos lo más lejos posible de la inteligencia artificial, parece inevitable que tengamos que lidiar con ella, de uno u otro modo. Cada día que pasa se acerca más a nosotros, impulsada por consideraciones económicas. Las perspectivas de ganancias son tan fabulosas, que las empresas simplemente no pueden ignorarlas. A las que se queden fuera de su ámbito les ocurrirá lo mismo que le pasó a las que no dieron importancia al empleo del internet para el mercadeo de sus productos. Serán menos competitivas, perderán ventas y reaccionarán con retraso ante los eventos que les afectan. Por supuesto, las consecuencias sobre el empleo y la distribución de los ingresos apenas comienzan a vislumbrarse y pueden ser demoledoras, pero ellas no impedirán que las empresas hagan lo que entiendan que les conviene o necesitan hacer.

Hasta en Windows tenemos ya un programa instalado que utiliza la inteligencia artificial. Llamado “copiloto” por Microsoft, hay quienes dicen que es realmente un acompañante permanente que monitorea nuestros pasos y nos sigue a donde sea que vayamos, lo que lo convierte en un benéfico ángel de la guarda, o en un espía con intenciones malignas.

Dada la capacidad de la inteligencia artificial para aprender, su característica más impresionante es su potencial para crear nuevas funciones y aplicaciones, que irán mucho más lejos que sus habilidades originales. Y además de impresionante, es esa característica el aspecto más inquietante para un gran número de analistas, gobiernos y organizaciones. Temen, lógicamente, que salga de control y actúe por su cuenta, o que sea utilizada para fines aviesos con un inmenso poder destructivo.

Pero aparte de esos dos escenarios, se ha estado mencionando otra preocupante posibilidad. Teniendo en cuenta que detrás de cada programa informático se encuentra un código, parece ser factible que en los códigos que irán siendo generados se introduzcan errores que provoquen efectos impredecibles. A ese respecto, el propio concepto de “error” estaría sujeto a interpretación. Desde el punto de vista humano serían porciones de los códigos que provoquen resultados contrarios a los que se habían anticipado. Pero desde el ángulo de la inteligencia artificial podrían ser componentes cuya inserción sea consistente con su lógica evolutiva. De cualquier modo, el concepto ha estimulado comparaciones con el código genético de los seres vivientes. La activación de los genes a los que se atribuyen enfermedades suele ser vista como un error con consecuencias indeseables, a veces nefastas. Pero en el marco más amplio de la evolución, dicha activación puede obedecer a propósitos específicos vinculados con la adaptación y preservación de las especies. En ese sentido, lo que para nosotros puede lucir como un terrible error en el código, para la naturaleza puede ser un comportamiento apropiado, e igual podría suceder con la inteligencia artificial y los códigos que vaya creando.