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Sánchez, fundador y prócer de la República

Este 9 de marzo se cumple la efemérides del nacimiento de uno de los padres de la patria, Francisco del Rosario Sánchez, quien a pesar de no haber figurado entre los fundadores de la sociedad secreta La Trinitaria (1838), se convirtió después en el trinitario en que Juan Pablo Duarte confiaba plenamente.

Al poco tiempo de iniciados los esfuerzos para la Separación y la Independencia, pasó a ser el segundo jefe del movimiento. Tras el triunfo de la reforma que derrocó al gobierno de Jean-Pierre Boyer en Haití, Charles Rivière-Hérard, ya en el mando haitiano, descubrió la conspiración de los dominicanos. Duarte y Sánchez fueron perseguidos, situación que obligó a que Duarte saliera de forma clandestina del país para preservar su vida.

Francisco del Rosario Sánchez.

Francisco del Rosario Sánchez.

Ausente Duarte del país, Sánchez asumió la dirección del movimiento independentista, que ya había entrado en su última y más peligrosa etapa. Dirigió los preparativos del proyecto con serena actitud desde su escondite. Presidió la reuniones del grupo y amplió los contactos con los representantes más importantes del sector social de la ciudad.

Para los primeros días de enero de 1844, redactó el Manifiesto de Independencia, que sería publicado el 16 de ese mes. En una reunión celebrada el 24, se tomaron las decisiones finales y el grupo de valientes, con la presencia de Ramón Matías Mella, Vicente Celestino Duarte y Juan Alejandro Acosta, entre otros, eligió a Sánchez como Comandante de Armas con el rango de coronel.

Investido con esa autoridad, compareció la noche del 27 de febrero en la puerta del Conde. Y con sus manos juveniles (27 años de edad), izó la bandera nacional al amparo del lema de: “Dios-Patria-Libertad”. En ese momento inmortal quedó fundada la República Dominicana.

En la ebullición del momento, Mella, actuado en el Cibao Central como jefe político y militar, proclamó a Duarte presidente de la República, en una precipitada y emotiva decisión que rompió el precario equilibrio que imperaba en el gobierno colegiado, donde los republicanos eran minoría, y se produjo un golpe de Estado que llevó a la presidencia efímera a Francisco del Rosario Sánchez.

Dicha junta fue desconocida por Pedro Santana, quien regresó de Azua y tomó la ciudad de Santo Domingo, enviando a prisión a varios de los patriotas. El 22 de agosto, 6 meses después de haber sido fundada la República, sus auténticos gestores, encabezados por Duarte, Sánchez y Mella, fueron declarados traidores a la patria y expulsados de por vida del territorio nacional.

Sánchez, Mella y otros partieron hacia Inglaterra el 26 de agosto. La nave que los llevó, naufragó en las costas de Irlanda y como coincidencia del destino, entre los sobrevivientes estaban Sánchez y Mella, quienes fueron rescatados y llegaron a Dublín. En diciembre de ese año, Sánchez se trasladó a los Estados Unidos y luego finalizo la odisea en Curazao.

En septiembre de 1848, ya Santana fuera del poder, el presidente Manuel Jimenes decretó una amnistía general, permitiendo la entrada al país a Duarte, Sánchez y Mella. Sánchez regresó el 8 de noviembre y el presidente Jimenes lo nombró Comandante de Armas, jefe militar de la ciudad de Santo Domingo.

Los ideales independentistas de Sánchez se vieron mancillados cuando Pedro Santana buscó, con la anexión a España, la protección económica-militar. Sánchez se opuso rotundamente a la gestión de Santana, fue enviado a prisión en agosto de 1859 y desterrado por tercera vez en septiembre de ese año.

Se trasladó a Saint Thomas y desde allí comenzó, sin recursos económicos, su lucha contra la traición y la venta de la patria. Reclamó la unidad de todos los dominicanos y viajó hacia Haití en busca de la ayuda del presidente Guillaume Fabre Nicolas Geffrard.

El 20 de enero de 1861 publica su manifiesto, en el cual afirma, frente a sus enemigos: “Yo soy la bandera nacional”. La Junta revolucionaria que organizaba la Regeneración Dominicana se integró en Curazao dos días más tarde, el 22 de enero.

El 1 de junio, Sánchez inició su invasión a territorio dominicano. Traicionado, fue hecho prisionero y juzgado por orden de Santana. Un tribunal sin autoridad legal o militar, lo condenó a muerte, junto a otros compañeros. En el juicio asumió la responsabilidad de todos los hechos y pidió clemencia para sus subalternos.

Murió fusilado el 4 de julio de 1861 y sus restos fueron llevados al cementerio de San Juan de la Maguana. Fundador y prócer dos veces de la República, con la entrega de su vida en el martirologio de San Juan, entró en la inmortalidad como ejemplo a imitar de patriotismo.

Durante el presente proceso electoral, en medio del caos en Haití, se suele recurrir a insultar y a exponer los errores del oponente, con el mal ejemplo del transfuguismo. ¿Qué mejor homenaje a Sánchez, que proponer programas de gobierno progresistas, reflejando ideales que inspiren la responsabilidad ciudadana de los votantes del próximo 19 de mayo?

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