Mujer, sociedad e Iglesia
Hay que reconocer que a lo largo de los siglos se apadrinó una imagen muy distorsionada de la mujer; y a ello contribuyó la mentalidad androcéntrica que siempre ha dominado. Asimismo, contribuyó a esta interpretación equivocada, el yahvista del libro del Génesis (una de las cuatro fuentes principales a partir de las cuales se escribieron buena parte del primer libro de la Biblia y de otros libros más del Antiguo Testamento) sobre la creación del ser humano. Se concebía a la mujer como algo secundario y dependiente del hombre. Tal visión creó dos enfoques diversos y terriblemente equivocados de la mujer: una idealizada, cimentada en la madre y en la Virgen Inmaculada; y la otra perspectiva que representa a la mujer como seductora. Esta concepción indujo a la mujer a una exagerada negación y renuncia que promueve el desprecio del propio cuerpo y la negación del placer.
Se instituyó paulatinamente una relación interhumana sumamente injusta, violenta y discriminatoria hacia la mujer. No nos equivocamos al afirmar que la pobreza, en algunas naciones y realidades culturales, tiene rostro de mujer. Así lo muestra la discriminación salarial, profesional y de los derechos y prestaciones de la jubilación; la mujer como objetivo bélico: la violación sexual de los soldados. La cosificación de la fémina constituye un flagelo: violencia intrafamiliar, acoso sexual, trata de blanca, prostitución, su uso como simple objeto sexual por parte de la publicidad. Asimismo, el don de la maternidad se penaliza de múltiples formas. Se necesita mayor flexibilidad laboral y de horarios alternativos de trabajo. Hoy es urgente la promoción de la dignidad de la mujer y de su igualdad en dignidad y derecho en relación con el hombre.
Según el Antiguo Testamento Dios crea seres complementarios y modelados a su imagen; ambos, hombre y mujer son imagen y semejanza de Dios. La relación entre ellos jamás puede ser de dependencia o dominación, sino de complementariedad y reciprocidad. Por otra parte, el Nuevo Testamento presenta a Jesús manteniendo un vínculo liberador, estableciendo a las mujeres como las primeras destinatarias del mensaje de la resurrección.
La Iglesia hoy ha de reforzar el rol de la mujer en la vida eclesial; ha de reconocer y valorar el genio femenino. El magisterio de los papas es riquísimo sobre el tema femenino. Por ejemplo, el Papa Francisco es un gran defensor de sus derechos y su dignidad. De hecho, el día 1 de enero del 2024 llamó a todas las sociedades a “acoger el don de la mujer, de cada mujer” y a “respetarla, cuidarla, valorarla, sabiendo que quien lastima a una mujer profana a Dios, nacido de mujer”. El Sumo Pontífice agregó que “la mujer tiene la capacidad de tener juntos tres lenguajes: el de la mente, el del corazón y el de las manos. Piensa lo que siente, siente lo que piensa y hace, hace lo que siente y piensa. No digo que todas las mujeres lo hagan, pero tienen esa capacidad, la tienen”. ¡Felicitaciones mujer!