PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA
Juan Pablo I a los jesuitas
Gianni La Bella resume así las quejas de Juan Pablo I en el discurso que nunca llegaría a pronunciar y que luego Juan Pablo II asumió como suyo: “Juan Pablo I invitaba a los jesuitas a permanecer fieles a su vocación originaria, conservando intacta su encomiable característica de expresar «una doctrina sólida y segura», y recomendarles «no causar confusión y desorientación entre los fieles». No permitáis que se pierdan –son palabras suyas– «vuestras loables tradiciones; no permitáis que tendencias secularizadoras vayan a penetrar y turbar vuestras comunidades, disipar el ambiente de recogimiento y de oración en el que se restablece el apostolado, evitando la introducción de actitudes y comportamientos mundanos que no convienen a los religiosos… Por consiguiente, sed fieles a las sabias normas contenidas en vuestro Instituto; y sed asimismo fieles a los mandatos de la Iglesia…»”.
Durante el 1979 varios jesuitas formaban parte del gobierno sandinista, dirigiendo o ayudando en varios ministerios: uno en educación, tres asesores en el Ministerio de Agricultura y Reforma Agraria, otro en la Planificación Económica y la Coordinación del plan 80 para la reconstrucción del país, otro en la Secretaría de Estado, dos en política exterior…
El 5 de noviembre de 1979 escribe una carta a los provinciales de América Latina luego de un encuentro en Lima (29 de julio al 9 de agosto) estudiando el Documento de Puebla. Arrupe, aprovechaba parar pedirle “a los jesuitas latinoamericanos que hagan frente a los desafíos de la evangelización, sometida «a la erosión del materialismo, del consumismo y del hedonismo», y vuelvan a abrazar con entusiasmo el compromiso con el sector educativo, estableciendo un clima de diálogo y colaboración con la jerarquía”.
Arrupe resumía así las relaciones con la jerarquía: «En no pocos sitios las relaciones con los obispos son excelentes. En otros, desgraciadamente, no es así. Allí donde esto suceda debemos examinarnos muy sinceramente, porque no pocas veces hemos asumido actitudes que los han llevado a alejarse, con razón, de nosotros… En ocasiones hemos sido incompletos en la información, en el diálogo y en el hacer surgir relaciones de amistad y de familiaridad. Alguna otra vez hemos sido informales en la docilidad, hasta el punto de que ha habido algunos jesuitas que se han expresado de tal modo que los miembros de la jerarquía se han sentido justamente ofendidos».