Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

MIRANDO POR EL RETROVISOR

Nubarrones de mayo sobre el corrompido sistema de partidos y electoral

Desde niño he sido un aficionado del baloncesto y, entre la década del 70 y 80, era un fervoroso seguidor del Torneo de Baloncesto Superior del Distrito Nacional. Manejaba al dedillo las estadísticas y trayectorias de jugadores como Manolo Prince, Eduardo Gómez, Vinicio Muñoz, Iván Mieses, Evaristo Pérez, Pepe Rozón, Winston Royal y Hugo Cabrera, para solo mencionar algunos que se convirtieron en ídolos de la fanaticada. Como Villas Agrícolas, el sector donde nací y crecí, no tenía equipo superior, era seguidor del combinado de San Lázaro y, claro, viví la emoción de esa ardiente rivalidad entre ese conjunto y el del Club Naco. Era el enfrentamiento en una cancha de básket entre popis y wawawa, el equipo del barrio contra el de la piscina.

¿Por qué dejé de asistir al Palacio de los Deportes a ver los juegos de baloncesto y de seguir esa disciplina en el país? Los frecuentes desórdenes que terminaban a golpes, sillazos y botellazos en los partidos me fueron desencantando. El clímax llegó cuando en una jornada dominical de doble partido, hasta disparos se realizaron dentro de la instalación deportiva en medio de un enfrentamiento épico entre jugadores y fanáticos, cuando los ánimos se exacerbaron al máximo y todo se salió de control.

Ninguno de los protagonistas de ese tradicional torneo –organizadores, público, jueces y jugadores- entendió que preservarlo era una responsabilidad compartida. Ignoro cómo se desarrolla actualmente ese torneo distrital, es más, ni siquiera conozco el nombre de un solo jugador de los equipos que participan actualmente.

Con esos torneos de baloncesto de antaño y las contiendas electorales pasa igual, garantizar su éxito depende de que cada actor del sistema de partidos y electoral asuma su rol, para evitar resultados tan lamentables como el elevado abstencionismo en los pasados comicios municipales.

En un partido de baloncesto el público debe acudir al escenario del juego con orden y disciplina. Cualquier comportamiento inadecuado puede contribuir a que el juego sea confiscado en contra del equipo de su preferencia. Los jugadores deben constituirse en ejemplo para los fanáticos y no perder de vista que llegan a alcanzar la categoría de ídolos. Sus seguidores hasta los imitan y quieren ser como ellos. En los árbitros del partido descansa la aplicación de las reglas con justicia y de las penalidades cuando los jugadores incurren en faltas que podrían poner en peligro la integridad y esencia del deporte. Y los organizadores del torneo tienen el compromiso de garantizar que todos los equipos participen en un clima de igualdad, creando las condiciones para que compitan sin vulnerar los derechos de cada combinado, con la victoria para el equipo que aplique la mejor estrategia, sin trampas.

Pues en las pasadas elecciones municipales, ni votantes, ni organizadores ni partidos ni los jueces asumieron el papel que les corresponde para garantizar un proceso libre, participativo, transparente y democrático.

La mayoría de los votantes se abstuvo y, aunque pudo incidir el desencanto por resultados de comicios anteriores, influyó mucho también la compra descarada del voto y del documento indispensable para ejercer el sufragio, documentado incluso por los observadores nacionales e internacionales.

Hay un feo espectáculo que se observa elecciones tras elecciones y que es necesario enfrentar con rigor. Los recintos donde funcionan los colegios electorales parecen mercados con más personas en los alrededores que ciudadanos dentro ejerciendo el sufragio. En el que me tocó votar incluso había hasta carpas instaladas del partido oficialista, supuestamente para logística, pero también se permitió el proselitismo a las organizaciones políticas sin que interviniera la Policía Militar Electoral (PME), por cierto, con un pobre desempeño en la vital responsabilidad de imponer orden y disciplina dentro y fuera de los centros de votación.

La oprobiosa compra del voto es una responsabilidad de la dirigencia de los partidos que, en la oposición la condenan, pero una vez en el poder disfrutan de ella con esa ramera justificación: “Ustedes también lo hicieron en el pasado”. Y esa es la razón de que, tocando la guitarra o el violín, según sean gobierno u oposición, ningún partido del sistema ha enfrentado con decisión el clientelismo, el transfuguismo, la compra de conciencias, el uso abusivo de los recursos del Estado en las campañas y otras prácticas deleznables que han ido minando la credibilidad del sistema de partidos y electoral.

En cuanto al árbitro, la Junta Central Electoral (JCE), aunque ha recibido elogios porque organizó un proceso “libre, ordenado y transparente”, no podemos catalogar los pasados comicios municipales de ejemplares, si el pleno del órgano no hizo absolutamente nada para enfrentar con decisión las falencias del sistema electoral, incluso con ingredientes nuevos, como la queja de que no se entregaron con tiempo a algunos partidos los fondos estatales para la logística de sus representantes en las mesas electorales y para movilizar a su militancia.

Tan permisivo ha sido el árbitro del proceso, que hasta un reconocido influencer hizo un vídeo de cómo votó, lo subió a las redes sociales y todavía no ha sido ni siquiera amonestado por los organizadores del certamen comicial.

Una popular salsa de “El Gran Combo”, de Puerto Rico, titulada “Nido de amor” dice en uno de sus estribillos “aguacero de mayo que va a caer, pa´ que se quede conmigo”. Los nubarrones que ensombrecieron el proceso del domingo 18 de febrero siguen intactos para mayo, cuando los ánimos, como en esos partidos de baloncesto, estarán más exacerbados.

No sé si para esos comicios que se avecinan los protagonistas del certamen asumirán el mismo comportamiento que en las recién pasadas municipales. Porque de ser así, seguiremos desencantando a votantes, como los desórdenes terminaron alejando a miles de fanáticos del torneo de baloncesto distrital.

Tanto cae la gota de agua en la piedra que termina haciéndole un hoyo. Ya tuvimos en el 2020 la triste experiencia de la suspensión de unos comicios municipales, pero aun con esa experiencia y la recién vivida hace siete días, el liderazgo político y la JCE parece que no perciben las graves consecuencias para la democracia que tendría otra experiencia frustrante.

Al igual que los protagonistas del básket distrital, terminarán provocando cada día más apatía entre los votantes, si no asumen el rol que les corresponde ante esos nubarrones que desde hace bastante tiempo observamos en el corrompido sistema de partidos y electoral.

Recordarles ese otro estribillo de la popular salsa del grupo puertorriqueño citada anteriormente y que podría repetirse con el aguacero de mayo: “Mira pa´l cielo que se están formando nuevos nubarrones … Y tú bien sabes que cuando llueve, nunca hay clase en el colegio”.

Tags relacionados