Ideando

Franklin es un show

Franklin Mirabal ha sido para la narración deportiva del país, lo que Roberto Cavada fue para los noticiarios de televisión dominicanos, o lo que Domingo Bautista significó para la animación televisiva del país. Es decir, un innovador. Ha roto con la forma clásica de narrar los sucesos en el terreno de juego.

Franklin cambió el código y a una gran parte del público (sobre todo los que siguen el equipo azul) le ha simpatizado ese estilo.

Para el espectáculo, él ha sido una pieza revolucionaria que ha cautivado con su novedad y ha generado simpatía y antipatía, sembrando una animación con un sello diferente en la forma de narrar la pelota.

Franklin es un show. Un entretenedor del juego. Su popularidad es celebrada y admirada entre los seguidores del equipo azul; pero su forma es odiada por quienes adversan a ése equipo. Una evidencia de su impacto como tal se advierte con la cantidad de frases que la gente repite en la calle para retratar circunstancias como las que se dan en los partidos de pelota.

Para los que crecimos escuchando las narraciones de Billy Berroa, Lilín Díaz, Félix Acosta Núñez, Mendy López, Osvaldo Rodríguez Suncar, Roosevelt Comarazamy, Guelo Tueni, Santana Martínez, Juan Báez, José Bejarán, entre otros narradores espectaculares, el estilo de Franklin Mirabal no deja de sorprendernos y de romper con una forma ortodoxa con la que nos acostumbramos a escuchar las transmisiones de los juegos de pelota. Su estilo viola la solemnidad de otros tiempos. Adrede o no, él ha vulnerado aquellos códigos de imparcialidad en la narración convirtiendo las transmisiones en espacios de “chercha” donde los fanáticos contrarios se irritan con su forma y eso pasa a ser un factor que populariza el juego.

De ahí su popularidad indiscutible y su notoriedad. Él ha impuesto un estilo nuevo, una forma distinta de ir contando la historia y el gran público lo ha hecho suyo. Esto no quiere decir, necesariamente, que él sea el mejor. Simplemente hablamos de popularidad y de un estilo lejos de la forma clásica como la gran mayoría se acostumbró a escuchar las narraciones de los juegos de pelota. Es cuanto.

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