PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA
Paulo VI, amonestaciones a los jesuitas de la CG 32
Ya vimos las alabanzas de Paulo VI a la Compañía durante la Congregación General 32 (CG 32). A mi entender, el Papa advirtió a los jesuitas acerca del camino a tomar para mantener la fidelidad a su identidad. Como Superior General amonestó a los jesuitas sobre varios puntos cruciales. Paulo VI era consciente de la ingente cantidad de postulados llegados a Roma (1974) que reclamaban la atención de los jesuitas congregados. Más que la cantidad, debía contar “la calidad”, aquellos que se armonizaban con “el carisma propio”, con “la voluntad de Dios, buscada con humildad en la oración, y la conformación a la voluntad de la Iglesia”. Advertía que no se prolongase “el estado de vacilación que sería peligroso”. Más tarde en el discurso, preguntará: “¿Por qué dudáis?”. Y añadirá: “aparece hoy en medio de vuestras filas un fuerte estado de incertidumbre” un replantearse de su identidad. Recordaba a los jesuitas que eran “miembros de una Orden religiosa, apostólica, sacerdotal, unida con el Romano Pontífice por un vínculo especial”. El Papa insistió especialmente en “la sacerdotalidad” de la Compañía, mencionada once veces en un mismo párrafo. Les prevenía contra una tentación “característica de nuestro tiempo: la duda sistemática, la crítica de la propia identidad, el deseo de cambiar, la independencia y el individualismo.” Había que adaptarse a los nuevos tiempos, manteniendo “la identidad fundamental” según la Fórmula del Instituto.
Paulo VI amonestaba: no llamen necesidad apostólica a lo que es decadencia espiritual. El Papa animaba a los jesuitas a cuestionarse serenamente acerca del “… estado se encuentra ahora la vida de oración, la contemplación, la simplicidad de vida, la pobreza, el uso de los medios sobrenaturales. En qué estado se encuentra la adhesión y el testimonio leal acerca de los puntos fundamentales de la fe y de la moral católica, tal como son propuestos por el Magisterio eclesiástico, y la voluntad de colaborar con plena confianza en la obra del Papa.”
Y lamentaba “algunos hechos dolorosos que ponen en discusión la esencia misma de la pertenencia a la Compañía”. Se repiten con frecuencia, son señalados por los Obispos e influyen negativamente en el clero, la vida religiosa y el laicado.
Paulo VI aseguraba acompañar a los jesuitas con la oración, pidiendo el Espíritu Santo los iluminase, fortaleciese, guiase e impulsase.