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POLÍTICA Y CULTURA

A Monseñor Tomás Reilly, ¡agradecido!

En la más abyecta de las sumisiones jamás conocida, un sector político subordinado a la dictadura trujillista, enarboló con agresividad, la idea de que se le otorgara al tirano Trujillo, el título de “Benefactor de la Iglesia católica dominicana”. Un valiente obispo de nacionalidad norteamericana que regía la curia católica en San Juan de la Maguana, Tomas F. Reilly, en carta pública a Trujillo, apenas dos meses antes del ajusticiamiento del déspota, se quejó de las actuaciones de la policía de seguridad, léase el temible “Servicio de Inteligencia Militar, SIM”, “y de la campaña en la cual, se abordaba el título de “Benefactor de la Iglesia”, ya que no contribuye por decir lo menos, al sosiego y a la tranquilidad del país en estos momentos de crisis”. La reacción de Trujillo fue colérica, pero encubierta en un lenguaje sofisticado, cuya traducción no obstante revelaría su indignación para con la Iglesia Católica dominicana, citamos, “me ha llamado poderosamente la atención lo que vuestra Excelencia me expresa sobre la actuaciones de la Policía Nacional y sobre el movimiento plebiscitario que se ha producido últimamente en el país para que se me otorgue el título de Benefactor de la Iglesia en la República Dominicana…”

El tirano, complacido en su ego, dijo en la susodicha carta dirigida al Obispo Reilly, que, “Es natural que la unanimidad con que esa iniciativa ha sido respaldada me produzca una íntima satisfacción, puesto que la mayoría de las personas que la patrocinan, las cuales desconocen los procedimiento canónicos, ha obedecido exclusivamente al deseo de pedir por mí, lo que hubiesen pedido para cualquiera que hubiese hecho la mitad de lo que yo he realizado para que la fe católica arraigue cada día más en el país y para que la verdadera Iglesia de Cristo lleve a cabo, con toda la eficacia necesaria, su obra evangelizadora, que tanto bien está llamada a producir en un mundo furiosamente combatido por las fuerzas del mal, encarnadas en el materialismo de quienes profesan las doctrina comunista y aspiran a destruir las esencias de la civilización cristiana.”

El pedimento del Obispo Reilly fue respondido por una aviesa campaña radial contra la Iglesia, acusándola de mal agradecida. El trujillismo radiofónico uso la palabra “los ensotanados” para asociarlo a prácticas diabólicas contra el orden de supuesta paz del tirano. El Generalísimo Trujillo expresó que la misma conducta de oposición que llevaron los ensotanados contra Mussolini en Italia, Perón en Argentina y Batista en Cuba, constituyó un saldo perjudicial para la Iglesia, una especie de retroceso del “orden y la paz” que estos bandidos sostuvieron, identificado Trujillo con esos malandrines, le recuerda a la Iglesia Católica dominicana, entre líneas, que el remedio fue peor que la enfermedad, porque en ese entonces, 31 de marzo de 1961, esos países estaban supuestamente bajo la férula o influencia del comunismo ateo y disociador.

Quiero modestamente al pie de su recuerdo, expresar mi gratitud en nombre de lo mejor del pueblo dominicano a Monseñor Tomás Reilly, un norteamericano, “un yanqui” de nobleza, un monje cristiano de solidaridad y rectitud eclesiástica que desafió el ego del tirano. Alguien desde el corazón de esta media isla, emborrona estas cuartillas, escribe estas líneas de amor y gratitud para ese americano bueno.