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SIN PAÑOS TIBIOS

Fumata blanca en el Tribunal Constitucional

En su diseño, el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) es una instancia netamente política. Su composición revela la inequívoca intención del constituyente de que en él se viesen reflejadas las fuerzas políticas que constituyen mayorías electorales en un momento dado.

Ayer fue ese momento, como otras veces lo ha sido; y cuestionadas son sus decisiones en el presente como también lo fueron en el pasado. Claramente que lo político pesa y es tomado en cuenta –¿acaso no son políticos la mayoría de sus miembros?–. Tanto así que todos los cuestionamientos hechos a Napoleón Estévez, –seleccionado como juez presidente del Tribunal Constitucional (TC) para un período de nueve años– sean en el orden su supuesta filiación con el PRM y ni una sola crítica versa en torno a sus capacidades gerenciales, formación jurídica o experiencia en la judicatura. De igual forma ocurre con los demás jueces, a quienes se les cuestiona por vínculos o filiaciones, más no capacidades.

Envía una buena señal que la discusión se centre en lo formal y no en el fondo, porque dice que lo fundamental está correcto. En el caso de Estévez, su designación fue a unanimidad, de ahí que sorprenden los cuestionamientos realizados por el candidato presidencial del PLD –Abel Martínez–, quien actúa como si su partido no tuvo en el CNM a un representante que votó en sentido contrario a sus argumentos, y eso dice mucho… en realidad, lo dice todo.

La selección de altos jueces es un proceso traumático en la mayoría de países, porque tiene repercusiones políticas y sociales a corto y largo plazo, toda vez que nueve años es un período que no sólo permite incidir en decisiones coyunturalmente importantes, sino también señalar el rumbo de hacia dónde debe ir una sociedad, y la inmovilidad, evolución o retroceso en los aspectos fundamentales de su pacto social, que es lo trascendente.

Nueve de trece votos son necesarios en el TC para evacuar sentencias, así las cosas, ¿es justo desmeritar un proceso cuando su resultado no será determinante desde la lógica de la construcción de mayorías necesarias para impulsar sentencias, porque ahí prima el derecho y el academicismo doctrinario? Si alguna crítica cabe, es que otros candidatos eran igual de buenos y fueron ignorados, y, en todo caso, eso lo que dice es que como sociedad avanzamos.

Había que elegir y se eligió, y de los muchos precedentes positivos que dejó el magistrado Milton Ray Guevara tras su paso por la presidencia del TC, es que no son incompatibles –y hablo de su caso particular– la condición de ex militante político con la de juez, siempre y cuando prime el sentido de equidad y mesura que sólo se logra cuando se trabaja desde la ética y con apego al beneficio social, no al interés personal; algo que sin duda fue ponderado por el CNM cuando seleccionó a Napoleón Estévez y demás miembros, y que la sociedad observará, exigirá y defenderá sobre todas las cosas, porque eso es lo verdaderamente importante. Enhorabuena.