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La historia está donde uno menos se imagina

Aquel lejano domingo de noviembre, las pocas personas que quedaban en la redacción hacían sus tareas habituales: Jorge Hinojosa cerraba la página internacional, José Carlos Mestas corregía las editoriales, Enrique Zavala editaba locales… Yo, mientras tanto, esperaba la llegada del director para soltarle a boca de jarro, (como efectivamente lo hice cuando por fin llegó) la mala noticia de la noche: “Don Carlos, no tenemos la primera”.

Efectivamente, aquel día no había pasado nada en ninguna parte y por más que buscamos (los editores y yo) entre lo que se publicaría al día siguiente, no aparecía nada digno o importante para convertirse en la historia principal del periódico en el que por esa época yo era su editor general y don Carlos Meneses Cornejo, su director.

—“No te preocupes, la Virgencita se aparecerá”—, me respondió él cuando le di la noticia.

Aquí debo explicar un par de cosas. Primero que el lugar donde ocurrió esta anécdota, Arequipa, la segunda ciudad más importante del Perú, es profundamente católica y además devota inquebrantable de su patrona, la Virgen de Chapi, similar a los dominicanos con la Virgen de la Altagracia. Segundo, que don Carlos es el típico sanguíneo, extraordinario periodista y formador de decenas de colegas, entre los que felizmente me incluyo.

El problema que encaramos esa noche ha ocurrido y se repite en todas las redacciones del mundo. Y es tal el problema, que en la jerga periodística existe una estrategia muy recurrida: “guardar trabajos en la nevera”, es decir, separar notas exclusivas (con el consabido riesgo de que otro medio también las tenga) o elaborar informes de relevancia, pero atemporales, para publicarlos por lo general esos días complicados como los lunes o los que suceden a feriados.

El estadounidense Mitchell Charnley explicó hace mucho que “noticia no es la muerte de un dictador o la elección de un presidente o la suspensión de un partido de fútbol; es el relato que el periodista hace de la muerte, de la votación o del defecto que ha interrumpido una cuenta regresiva en Cabo Kennedy”.

Y en ese proceso informativo, es decir, en esa fase técnica previa a la comunicación de masas, los periodistas centran su atención en la forma en que estos reciben el mensaje y en el tratamiento organizativo que requieren los contenidos para ser comunicados según otro teórico del periodismo, el español Ángel Benito.

Ese intrincado esquema don Carlos lo resolvió aquella noche de una manera insólita: revisando las pruebas del periódico que saldría publicado el lunes, el director de Arequipa al Día encontró en los avisos económicos un anuncio de licitación pública que por ley no debía aparecer allí, y cuyo contenido —como descubrió a los pocos minutos de llamadas e indagaciones—, levantaba sospechas sobre la legalidad de la operación.

Así consiguió don Carlos la “primera” de ese lunes, confirmándome que la historia, literalmente, puede estar donde uno menos se imagina.

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