EL BULEVAR DE LA VIDA
Periodismo y actualidad
El ciudadano de hoy carece del tiempo necesario para profundizar en los temas e incluso confirmar una información en más de una fuente.
Por eso, revisa las noticias, sobre todo titulares, y sale a “comerse el mundo” convencido de esa “realidad”, que no es en verdad la actualidad que le ha creado el periodismo con sus crónicas, comentarios, artículos, reportajes.
El caso es que los hechos sociales están allá, anónimos y aislados. De repente llega el periodista, los ausculta, toma notas, regresa a la redacción/sala de edición, se sienta en su PC, los da a conocer a través de sus medios y redes sociales y crea la actualidad que llega a los sentidos y genera una percepción que supera a veces la mismísima realidad para, a partir de ella, ayudarnos a tomar decisiones a los ciudadanos de a pie, y también a políticos y empresarios, a la vecina y al chinero. Precisamente por eso es tan importante, dominante, imprescindible. Por algo dicen los teóricos de la comunicación política que ya las elecciones se ganan o se pierden en los medios de comunicación y las redes sociales. Lo que no está en las redes no ha ocurrido.
Derrotadas la palabra y el razonamiento abstracto estamos ante el reinado de lo visual y efímero, que es lo que a su vez explica -parcialmente- la pobreza y escasez de los debates de ideas que cada día importan menos para la grandes masas de votantes. Por eso a nadie importa hoy el contenido de un documento con el nombre de Programa de Gobierno, que próximamente nos presentarán los partidos. Odas al olvido, homenaje a la desmemoria.
Hoy más que nunca, es fundamental el papel de la prensa en el fortalecimiento de la democracia, del cual es ella el termómetro. Para conocer sobre la salud de la democracia estadounidense, no es a Chomsky ni a Huntington hay quienes hay que leer sino al NYT o al Washington Post. No es casual ni es cosa de Lucifer, que la primera víctima de una dictadura sea siempre la prensa.
Así como Dios es la medida de todas las cosas, así, la prensa de un país es la medida de su democracia.
La democracia se expresa y se reinventa cada día, cuando el ciudadano recoge el diario, enciende el televisor y comienza a ver/oír su matutino, pero, claro, solo después de haber revisado sus redes sociales.