FIGURAS DE ESTE MUNDO

El dinero como ídolo

Nació el 9 de febrero de 1823 en Santiago de los Caballeros. Ulises Francisco Espaillat es la imagen del político dominicano aferrado a sus principios, que antes y después de subir al poder permanece justo e incorruptible. Como presidente, desde 1876, actúa conforme a sus prédicas, hombre vigoroso en sus convicciones y leal servidor del pueblo. Suprime las gratificaciones, esto es, los sueldos mensuales y las dádivas que, por contribución a su ascenso, los presidentes otorgaban a ciertos jefes y oficiales. Además, atiende especialmente la agricultura, da a sus ministros amplia libertad de acción, combate el despotismo, rehúsa guardaespaldas, honores y todo lo que no es afín a su incomparable modestia. El gobierno no puede, naturalmente, complacer a todos los grupos de la sociedad. Los patriotas de corazón, los interesados en el bien común, apoyan fervientemente sus medidas. Pero los oportunistas, los que ven perjudicadas sus ganancias venales, las rechazan rabiosamente. Justamente la supresión de las referidas gratificaciones es la causa principal de su caída. Pues la rabia provocada deviene en persecución, y esta produce, en consecuencia, el derrocamiento del Presidente. Antes del retiro definitivo a su oficio de farmacéutico, Espaillat confiesa en su “Manifiesto al Congreso”: “Yo creí de buena fe que lo que más aquejaba a la sociedad de mi país era la sed de justicia, y desde mi advenimiento al poder procuré ir apagando esa sed eminentemente moral y regeneradora. Pero otra sed aún más terrible la devora: la sed de oro”. Una vez más Dios nos recuerda: “Raíz de todos los males es el amor al dinero” 1Timoteo 6:10).