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El nombre vale

Isidro de Oleo es el nombre de un gran amigo nuestro. A los lugares donde solemos ir se graban fácilmente su nombre y todo el mundo lo llama como tal y a mí, a pesar de ser conocido de viejo, la mayoría de las personas me dicen don o líder o príncipe, para obviar mencionar mi nombre de pila, y sé que esto pasa porque la mayoría de las veces lo han olvidado o se les dificulta pronunciarlo. No es lo mismo recordar el nombre de una persona que se llama Isidro, que recordar el nombre de alguien que se llama Heddel. Ese simple ejemplo demuestra que los nombres son importantes en los procesos de recordación de las marcas. Que el top of mind suele ser más memorable mientras más lo sea el nombre del producto o servicio a mercadear.

Enrique Arribas, en su libro Marcas de Confianza, cuando aborda el tema de la reputación de las marcas, al referirse al nombre dice lo siguiente: “Es el elemento básico de cualquier marca porque el mismo evoca un mundo de significados, recuerdos y experiencias. El nombre es el primer punto de contacto con la marca, la primera impresión, ya sea al escucharlo o al verlo reproducido. El nombre debe ser original, diferenciador, corto, memorable, perdurable, con capacidad para evocar el mundo de significados que la marca requiere”.

El nombre puede generar confianza o desconfianza en sí mismo, señala este autor. Y lo ejemplariza de la siguiente manera: ¿Te imaginas un producto de alimentación saludable con un nombre como Plastic Burguer? Debe haber coherencia entre el nombre y la estrategia de negocio de la empresa para poder conseguir un buen posicionamiento en el mercado.

No es fácil conseguir el nombre perfecto, pero si hay que ponerle cuidado a la selección para que por lo menos sea simplemente recordable. 

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