La negrita come coco
Te dieron pa’ abajo, Cachón
Antonio Alberto Sánchez, conocido cómo Cachón, lo mataron un 12 de julio en un intercambio de disparos con la Policía Nacional. Nadie en su barrio lo lloró porque, coño, los tenía en zozobra. Nadie, con excepción de su madre, La Yayi, que aunque tuvo a Cachón muy joven y no supo nunca cómo criarlo aun así se volvió un mar de lágrimas al verlo tirado como un perro en la parte de atrás de una camioneta de la Policía.
A Cachón lo dejaron como a un colador. Un total de 27 tiros, según le dijo a la Yayi un médico legista que ya está harto de examinar a decenas de jovencitos que se fueron por el camino que no era y terminaron más perdidos que el hijo de Lindbergh.
Nuestro querido Cachón no llegó a jefe de banda. Pero eso no quita que fuera uno de los tigueres más temidos de su barrio. Era un niño prodigio. Empezó a los siete años robando ropa en los patios de las vecinas. A los 13 se robó, en un solo día, cinco tanques de gas de diferentes hogares. Muchas veces hurtó los cables del tendido eléctrico y dejó sin luz a algunas casas. Después, se le metió en la cabeza adueñarse de todos los televisores, radios y motores que encontrara a su paso.
A los 15 hizo su primer atraco a mano armada. A los 16 mató a cinco personas en un solo mes. A los 17 se lambió con cinco tiros a un sargento de las Fuerzas Armadas. Ahí fue que la macó porque, después de eso, los policías y los militares le pusieron el ojo y la bala.
Cachón abusó. De lunes a lunes vivía en patilleo y fumeteo. Metiendo droga. Su mayor problema fue que de pasar a vender empezó a consumir y ya, a lo último, hacía las cosas a lo loco.
Cachón jodió, jodió y jodió. Hasta que la Policía se hartó.
A Cachón le dieron pa’ abajo a los 21 años. Lo mataron como a un perro.