La prevención como forma efectiva de solidaridad
Es claro que una vez ocurre determinada catástrofe, cual sucedió el pasado 14 de agosto del año que discurre en territorio de la provincia de San Cristóbal, lo que corresponde es salir en auxilio de los afectados, procurar ayudarle en cuanto sea posible; esa sin duda es una muestra de solidaridad, pero resulta mucho más efectiva, y es a su vez una mejor muestra de solidaridad, el que se tomen las medidas de prevención que correspondan para precisamente tratar de evitar que se produzcan.
Hablamos aquí de prevención y no de previsión propiamente, porque lo primero implica “evitar el riesgo”, es decir, “no se trata tanto de afrontar una situación superando los riesgos, sino de impedir que ocurra”, que aunque es un modo de previsión, esta última “no implica necesariamente una voluntad de acción u omisión determinada”, como sí ocurre con la prevención.
Además, porque el concepto de previsión, en tanto puede entenderse como “la conducta dirigida a anticiparse a los daños que pueden provenir de un comportamiento o de un hecho, frente a contingencias futuras pero normales que han debido ser advertidas”, tiene implicaciones de carácter jurídico en la esfera de la responsabilidad, y como no es nuestra intención en esta oportunidad referirnos a esos aspectos, que nos llevarían por igual a consideraciones sobre los elementos de las causales de exoneración de responsabilidad, nos decantamos por la prevención, como se indica.
De lo que se trata es de adelantarse a la ocurrencia de determinados acontecimientos de este tipo, no con la visión profética de avizorar lo que podría ocurrir en el porvenir, pero sí tomando las medidas necesarias para procurar reducir a su mínima expresión toda posibilidad de riesgo en casos donde es posible actuar con criterios de prevención.
Creemos que con catástrofes como la ocurrida, lejos de quedarnos en el terreno de las lamentaciones, que son más que naturales ante el terrible acontecimiento, deben llevarnos más bien a revisar el tema de la permisología (gestión de permisos o trámites) y todo lo que esto implica; hacer las evaluaciones condignas y los levantamientos correspondientes y demás, de tal manera que se puedan prevenir situaciones futuras que pueden evitarse si se toman hoy las medidas que nos eviten iguales o mayores sufrimientos mañana.
Si bien debemos ver con buenos ojos toda colaboración que fluya hacia las víctimas y sus familiares, provengan del sector público o privado, debemos ver con mejores ojos las medidas de prevención que se puedan tomar para reducir al mínimo los riesgos que provocan y que representan instalaciones en ocasiones denunciadas como hechas sin contar con las exigencias legales, pues con las debidas medidas de prevención no sería tan necesario tener que contar con la solidaridad, que aunque loable, sabemos que en ocasiones no es tal, sino más bien escenarios usados “para algunos” intentar sacar beneficios de diferentes índoles.
Ojalá que luego de solidarizarse con los familiares de las víctimas y colaborarles en todo cuanto sea posible, que es lo que por lo pronto corresponde, las entidades responsables den un paso al frente haciendo las indagatorias de lugar y pongan en marcha una profunda labor de inspección de todos los permisos otorgados, para verificar si cumplen con las exigencias legales y prudenciales, y actuar en consecuencia, según sea el caso.
Obviamente, lo anteriormente sugerido no implica que estemos asumiendo que en el caso al que hacemos referencia se cumpla o no con la permisología correspondiente, pues a fin de cuentas estas sugerencias son hechas no para un caso en particular, sino para todos en sentido general.
No hacemos nada con quedarnos frente a la desgracia varados ante un mar de lágrimas; sería mucho más beneficioso lograr un espacio de reflexión que nos ayude como país a tomar las medidas preventivas necesarias tendentes a reducir al mínimo, como se indica, la ocurrencia de catástrofes como la ocurrida… así no sería tan necesaria esa solidaridad porque no se producirían o se producirían menos esos lamentables episodios que vemos se vienen produciendo prácticamente de manera cíclica.
Es tiempo, en consecuencia, de hacer un levantamiento pormenorizado de todas esas instalaciones que existen en el territorio nacional, y con la debida supervisión técnica, eliminar o al menos reducir toda posibilidad de nuevas explosiones, evitando todas aquellas que sean prevenibles. De esa manera sí que estaríamos ante una forma mucho más efectiva de solidaridad.
El autor es juez titular de la Segunda Sala del Tribunal de Ejecución de la Pena del Departamento Judicial de San Cristóbal, con sede en el Distrito Judicial de Peravia.