VIVENCIAS
Vademécum de la hipocresía
El Tartufo o el impostor comedia en cinco actos escrita en versos alejandrinos de Molière estrenada el 12 de mayo de 1664, permite apreciar diferentes rasgos que describen al falso devoto, del hipócrita que finge espíritu religioso y se vale de él para medrar.
A este respecto, José Ingenieros en el Hombre mediocre, sobre los valores morales, refiere la moral de Tartufo, considerando la hipocresía como el arte de amordazar la dignidad, haciendo que enmudezcan los escrúpulos en gente incapaz de resistir la tentación del mal.
En este sentido, propicia Ingenieros una amplia y bien estructurada lista que retrata al hipócrita y que resumo:
1. Prosperan en la mentira y su insolvencia moral siempre es una simulación;
2. Esquivan la responsabilidad de sus acciones, son audaces en la traición y tímidos en la lealtad;
3. Simulan las aptitudes y cualidades que consideran ventajosas para acrecentar la sombra que proyectan en su escenario;
4. Entibia toda amistad con sus dobleces;
5. Siendo desleal es también ingrato;
6. El pudor es la peluca de su calvicie moral;
7. Para satisfacer alguno de sus apetitos no vacilará ante grises intrigas, sin preocuparse de que ellas tengan consecuencias imprevistas;
8. Su apego a la mentira le hace acoger complacientemente cualquier infamia;
9. Sus armas son poderosas por lo invisibles, y con una sospecha falsa puede destruir una armonía y quebrar una concordancia;
10. No teniendo valor para la verdad es imposible tenerlo para la justicia.
Con este vademécum puede recetarse cualquiera su Tartufo preferido, con la “ventaja” que puede transformar la vida entera en una mentira metódicamente organizada.