SIN PAÑOS TIBIOS

La marcha del PLD

El pasado sábado 08, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) salió a la calle. Acción y metáfora a la vez, su salida al ruedo es bienvenida, porque una democracia fuerte necesita de partidos fuertes. “Recogido” desde el inicio de la embestida de un ministerio público que al parecer no se debe a los principios y reglas no escritas de la política dominicana, el PLD lucía en desbandada, desmoralizado y sin norte.

La salida de Leonel Fernández, celebrada por los victoriosos de entonces como Stalin y los suyos celebraron la salida de Trotsky de la URSS, pronto se reveló como el inicio de una sangría que aún no cesa, una incómoda semilla en el zapato que impide al partido andar al ritmo que las circunstancias imponen.

La alegoría roja es necesaria, pues a veces el simplismo permite desmadejar la complejidad, así como Alejandro lo hizo en Gordio; el trágico paralelismo entre la lucha entre Stalin/Trotsky se recrea con delectación en el match Fernández/Medina, que aún no termina… La sinrazón suele transitar los mismos caminos, sin importar que se sepa de antemano a dónde llevan.

Mientras tanto, el PRM “comió con su dama”. 

La circularidad de la historia se aplica a todos y desde palacio celebraron que el PLD sufriera en carne propia lo que tanto apañó y celebró: la destrucción fratricida de un PRD que entre sillazos y balazos se desintegró -no sin antes dividirse-, hasta convertirse en una patética caricatura.

Quienes creen en la democracia no pueden celebrar la destrucción de un partido, ni mucho menos reducir el espectro electoral a un bipartidismo de suma cero. 

Así pues, la marcha de este sábado envía un mensaje claro, hacia adentro y hacia afuera: quienes construyeron estrategias electorales sobre la base de la extinción del partido morado deben repensarlas; al igual que quienes apuestan al trasvase automático de votos desde el PLD hacia la FP, para así llegar a los dos millones.

Los morados andan sueltos… y en la calle; exhibieron músculo, coraje, y, sobre todo, unidad. Quienes dentro dudaban de las posibilidades de lograr un buen desempeño hoy tienen motivos suficientes para quedarse, máxime sabiendo que en el otro barco los camarotes de la oficialidad ya están llenos.

Creer que un partido que gobernó 16 años de corrido se diluiría en un santiamén, no sólo es risible, es también obviar que eso sólo es posible cuando se cuenta con una estructura de cuadros amplia, unida y comprometida.

Toca rediseñar planes, tanto desde el gobierno como desde la [otra] oposición. Llegaremos a mayo con tres partidos, pero en febrero, dos de ellos medirán fuerzas para establecer a quién le tocará la primogenitura y a quién las lentejas.