PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Bismarck expulsó a los jesuitas (1872)

Los Estados alemanes compartieron las efervescencias liberales del siglo XIX. En 1848, el Parlamento revolucionario de Frankfurt decretó que los jesuitas serían excluidos del suelo alemán “por toda la eternidad”. La eternidad duró un año.

Desde su regreso, los jesuitas evangelizaban al pueblo alemán con misiones populares, ejercicios y ministerios. 

Eran parte de una red de territorios alemanes que se iban anudando. En la guerra franco-prusiana (1870 - 1871), 200 jesuitas de un total de 700 participaron como capellanes, sanitarios y soldados. “Las casas de Aquisgrán, Bonn, Maria-Laach, Paderborn y Münster se transformaron” en enfermerías.

El canciller de hierro, Otto von Bismarck dirigía los destinos de Prusia y varios estados alemanes. Su prestigio era desbordante. Había derrotado a Dinamarca (1865), Austria (1866) y Francia 1871) y de paso había proclamado el Imperio alemán bajo la égida prusiana.

Bismarck y correligionarios pensaban que la unidad permanente de Alemania solo se lograría con “la unidad de religión, idioma y educación” (Enciclopedia católica). Bismarck veía a la Iglesia como otra dependencia del todopoderoso Estado. 

Recelaba de los católicos, especialmente de los jesuitas, porque eran independientes, no compartían sus designios imperiales, gozaban de mucha influencia entre los católicos del sur de Alemania, entre el clero, los obispos y ejercían un liderazgo que relativizaba el suyo, en el mundo intelectual y de la educación. 

Los liberales alemanes apoyaban a Bismarck en su ataque a todo lo católico, pues rechazaban el Syllabus (1864) y el dogma de la infalibilidad (1870), banderas de Pío IX contra los errores modernos. Los más crudo de la guerra cultural de Bismarck (Kulturkampf) duró desde 1872 a 1887, cuando las medidas más severas fueron derogadas. 

Hubo obispos presos, pero a la larga el partido católico (Zentrum partei) se fortaleció. Sin embargo, a pesar de diversos intentos, la expulsión de los jesuitas se mantuvo hasta 1917 y cuando fueron admitidos la Liga Evangélica protestó.

A los jesuitas expulsados en 1872 no les fue tan mal. Tuvieron un mes para preparar su éxodo. Sus hermanos holandeses fueron generosos. 

Un amigo católico puso tres castillos holandeses a disposición de los jesuitas cerca de la frontera alemana. Al año de expulsar a los jesuitas, Bismarck lanzó al exilio a los Redentoristas, Lazaristas, Padres del Espíritu Santo y las Damas del Sagrado Corazón, congregaciones meritorias cercanas a los jesuitas.