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Juventud: valores, dinero y pasado

El trinomio constituido por los valores, el dinero y el pasado es esencial en el devenir de la juventud. Cualquier distracción, mal interpretación o desenfoque generaría problemas en su crecimiento: humano, emocional, social y espiritual.

Existe una contaminación externa-social que en último término es un reflejo de otra contaminación y de un vacío interior-espiritual, que se refleja en un afán desmedido por el dinero, el poder, el tener, el placer y el prestigio, dando fuerza a los siete pecados capitales expuesto por Gandhi: la política sin principios, la riqueza sin trabajo, el placer sin conciencia, el conocimiento sin carácter, el comercio sin moral, la religión sin sacrificio y la ciencia sin humanidad.

Tales equivocaciones sociales dan como resultado hombres y mujeres que se enriquecen a base de tráfico de influencia, de acciones inescrupulosas, de falsificaciones y de astucia para comprar impunidad en jueces y fiscales que se venden al mejor postor para obtener dinero fácil.

Y se rompe con escalas de valores cultivadas y atesoradas por los mayores, asumiendo posturas emancipadoras y actuando con una libertad cercana al libertinaje, desvinculándose de tradiciones y costumbres familiares, culturales y sociales.

La crisis de los valores en la sociedad afecta a la juventud y podría tener sus causas en: progenitores que trabajan fuera de casa; frágil de comunicación en el sistema familiar; débil implicación de los progenitores en la educación y el seguimiento de los hijos; la familia ha delegado en la escuela y en la sociedad funciones que competen solo a ella; el bombardeo continuo de múltiples informaciones de los medios de comunicación; la acentuada promoción del individualismo.

Hoy, conviene promover en la juventud valores universales imprescindibles, tales como: la responsabilidad, la libertad, la igualdad, el respeto, la tolerancia, la humildad, la autodisciplina, la espiritualidad y la prudencia.

Solo desde los valores universales, culturales y familiares se hará frente a: la adicción generada por la tecnología, la sexualidad sin límites ni compromiso, la dependencia del juego y de sustancias y la violencia.

Por otra parte, se ha de considerar junto al joven su relación con el dinero: promoviendo el presupuesto, como base de su plan de vida financiero; tomando conciencia de que el ahorro no ha de ser visto como un desembolso, sino como una inversión; evitando ahorrar lo que sobra, hay que guardar antes de gastar; comenzando a economizar para el propio retiro en la edad adulta; creando un fondo de emergencias, sabiendo que en la vida hay imprevistos que surgen de un momento a otro; estando claro que invertir y ahorrar no es igual; evaluando siempre el costo-beneficio de todas las decisiones financieras que debas tomar; utilizando la tarjeta de crédito como medio de pago, no como un ingreso adicional.

Partiendo del ser y del hacer de los jóvenes diera la impresión de que el pasado no es tan relevante para ellos. Es como si quisieran romper con el modelo de vida en el que se formaron sus padres, cambiándolo por otro radicalmente distinto. Se requiere ecuanimidad, prudencia y diálogo.