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Tribuna del Atlántico

La oficina, el “dardo de los partos” canadiense

Joaquín Balaguer, con frecuencia usó expresiones que mandaban directo a la biblioteca a cualquier mortal, recuérdese que no eran los tiempos de san Google, ni de santa Wikipedia.

Uno de estos episodios en los que el viejo caudillo mandó a los interesados a consulta, se produjo en el medio de la más difícil crisis política de nuestro periodo de estabilidad, las cuestionadas elecciones de 1994, que motivaron el pacto por la democracia, una reforma constitucional y el recorte a dos años del periodo de Balaguer y el sistema de doble vuelta.

Balaguer refiere que luego de conversar sobre la crisis post electoral con el asesor del Departamento de Estado, Michael Scott, cuando se paraba para irse éste le lanzó “El dardo de los partos”, al proponer, la instalación en el país de un campo para refugiados de Haití, para acoger a quienes intentaban llegar a las costas de Estados Unidos, huyendo de la inestabilidad de ese país.

Hacía referencia el viejo zorro de la política local, a los partos, uno de los pueblos de lo que hoy es Irán, los cuales usaban una táctica de guerra común con otros pueblos de Irán y Armenia, la retirada fingida de los arqueros a caballo, mientras galopan, el jinete se da vuelta para lanzar flechas con dardos envenenados al enemigo.

Dice Balaguer, que le propuso al asesor estadounidense, que, ya que estaban dispuestos a cubrir con los gastos de esas instalaciones, que las hicieran en Haití, en lugar de en la República Dominicana.

He recordado este episodio al ver los detalles de la propuesta del gobierno de Canadá de instalar en el país, una oficina para dar seguimiento a sus esfuerzos de respaldar a la Policía de Haití, para enfrentar la terrible crisis de seguridad que tiene ese país, hoy convertido en reino de las bandas con una larga estela dolor y muerte.

Lo de Canadá es, en el lenguaje de Hollywood, “una propuesta indecente”, frenada en el aire, por el rechazo unánime de sectores políticos y sociales del país, cuando ya nadie tiene dudas de que la solución de la terrible crisis humanitaria de Haití, no puede hacerse en territorio dominicano, sino allí donde ocurre uno de los peores dramas humanos del siglo XXI.

La solicitud de Canadá provocó un amplio rechazo en el país.

La solicitud de Canadá provocó un amplio rechazo en el país.ARCHIVO/LD

Los hechos, como han sido reseñados en la prensa, provocan numerosas preguntas, en busca de alcanzar un entendimiento cabal de los mismos.

¿Es razonable pensar que la canciller canadiense, iba a anunciar la instalación de esa oficina sin algún nivel de anuencia de la parte dominicana?

¿Por qué no reaccionó la cancillería dominicana cuando en el marco de la reunión en que se planteó, esa idea, la ministra Mélanie Joly, le agradeció por el apoyo?

¿No ha sido suficientemente claro el Gobierno dominicano con relación a que ninguna solución del tema haitiano puede implicar el establecimiento de estructuras operativas en territorio nacional?

Ese malentendido, misunderstanding, se dice en inglés, si se puede llamar así, el affaire ¿habría que atribuirlo a un error de traducción? La ministra Joly es oriunda de Montreal, el lado francés de Canadá.

El Listín reveló el lunes, que los centros de salud del país han atendido 15 mil partos de haitianas en los primeros cinco meses del año, cifra que pone de relieve la magnitud del sacrificio económico del país y de la solidaridad que ejercemos.

Queda visto que la República Dominicana tendrá que seguirse cuidando de dardos semejantes, porque una parte de la comunidad internacional sigue creyendo que la solución del drama haitiano está al este de la isla.