Proxenetas del transfuguismo
Nuestra partidocracia reinante, el PRM y los dos pedazos del PLD, (la versión morado-Medina y la verde Fernández o Partido Fuerza del Pueblo) piensan que siempre será pascua en diciembre, Semana Santa en abril, olvidando que ya no existen las lealtades partidarias, que sin ideología, ética ni “prigilio”, las elecciones son solo asunto de matemáticas, business y tanto por ciento.
Al PRM y a los PLD nada les ha enseñado el descalabro del PRD en 2003 ni el harakiri de la división morada en 2019. Y ahí andan los tres, cada uno con sus respectivos proxenetas del transfuguismo. ¿La salud de nuestra democracia? Bien gracias.
La arrogancia los lleva a perder las formas, convencidos de que “aquí siempre viene una guagua”, y siempre habrá un relato que hará realidad la historia en algún libro, que siempre habrá un poema para invitar al amor. Al fin, de la poesía al sexo sólo hay una flor, dos copas y un bolero, con perdón por la nostalgia.
El hombre es el estilo, pero nuestra partidocracia reinante ni se entera. Ella piensa que siempre saldrá el sol por el Este, sin saber que los tiempos van cambiando y ya, PC no significa Partido Comunista sino Personal Computer. Hasta al futuro fue ayer, amor.
Hoy andan nuestros partidos con sus generosos proxenetas, prostituyéndose y prostituyendo con sus recursos, olvidos, archivos y otros dones de la mezquindad en plan “chica de alterne”; conquistándose clientes sin guardar las formas y sin recordar a Quevedo por aquello de que quien pierde la honra por un negocio, pierde ambas cosas.
En el pasado, con sus respectivas alianzas, perredeístas y peledeístas lograron desgranar “como un racimo negro” al Partido Reformista, luego tocó el turno a los peledeístas sobre los perredeístas (recordar elaboración de la Constitución 2010) mediante encantos municipales, diplomáticos, legislativos y otros dones, no del ser sino del tener.
En 2023 siguen en sus quince los señores, a pesar de saber que una parte importante de la población los mira con el asco del sorprendido que vencido se pregunta: ¿qué más veremos arder?
Hoy, con unos proxenetas del transfuguismo más solidarios que un narco de barrio o un “lavador de activos” jugando golf, nuestra partidocracia es un viajero que ha perdido el tren de la historia, como un escribidor que olvidó la sintaxis, como un tango sin bandoneón o un merengue sin tambora. ¡Que siga el son!