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El avispero y la Hidra de Lerna

En un país, predominantemente urbano, pocos jóvenes habrán vivido la experiencia de algún panal de avispas, en una galería o en árboles bajos del camino.

Menos habrá que hayan experimentado sus agudas picaduras, ni el reperpero de algún muchacho ocioso, al provocar que una colmena se desparrame, con el solo propósito de ver correr a los demás, un avispero.

Muchos sólo han escuchado a Juan Luis Guerra, cuando dice: “Que yo le envío mis avispas pa’ que lo piquen”.

Un avispero ha desatado el comisionado para la reforma de la Policía Nacional José Vila de Castillo al decir: “que en ese cuerpo del orden había una corrupción interna institucional y sistémica dirigida desde la propia Dirección General hasta el último raso”.

La respuesta de los exjefes policiales no se ha hecho esperar, demandando de Vila, denuncias o acusaciones concretas, por aquello de que generalizar nunca fue bueno.

Toda la estructura policial actual, es hija de esa estructura “corrupta” y no pocos habrán participado de ella, por muy dispuestos a cambiar que estén.

Que por algún lado hay que empezar, es cierto.

Lo denunciado, no es nuevo. En nuestro artículo, Corrupción entre ramos, decíamos el año pasado que: “El crecimiento desmedido de las fortunas de altos mandos militares y policiales es una realidad a través de los tiempos, con honrosas excepciones, dignas de ser resaltadas”.

La reacción es, sobre todo, el resultado de que viene un asesor extranjero a decirnos lo que ya sabíamos, es porque generaliza y porque la misma es puro ejercicio de esparcir pestilencias, sin que de ella se derive, ningún sometimiento judicial.

Así no, señor Vila. ¿Es la corrupción en los ascensos el principal problema policial? Claro que no. ¿Dónde dejamos el peaje que se cobra semanalmente a puntos de drogas repartidos en toda la geografía nacional, incluso hoy?

Lo otro es que, de asesorías como la del señor Vila, lo que se espera es medidas concretas, como la ya anunciada de patrullajes por cuadrantes, cuya efectividad habrá que esperar.

Es que nos digan: ¿Cómo es que vamos a enfrentar a esa delincuencia que despoja a una madre que camina con su hijo de su cartera, que irrumpe en una tienda, en una banca o en un colmado, a punta de pistola despoja a gente de trabajo del fruto de su esfuerzo diario?

En la campaña electoral el presidente Luis Abinader hizo del combate a la delincuencia uno de sus temas centrales, trajo al país al mítico Rudolf Giuliani, exitoso alcalde de Nueva York por enfrentar el crimen en la gran manzana, venido a menos por su defensa, irreflexiva de los alegatos de Trump.

Es evidente que se tiene vocación de iniciar esa profilaxis impostergable en una institución que hoy en día, dista mucho de ser lo que debería ser, en un país en el que predomina, un ambiente de inseguridad para el ciudadano común.

Todos estamos contestes de que, para enfrentar la Hidra de Lerna, aposentada en el cuerpo policial, se requiere del respaldo de todas las estructuras del gobierno y de la población; las universidades, los partidos políticos, las juntas de vecinos y los ciudadanos comunes.

Pero lo que menos necesita la labor hercúlea de vencer la Hidra de Lerna, es de avisperos que lo distraigan del propósito principal, hacer de la policía una institución profesionalizada, con capacidad y medios para vencer la delincuencia.

Ni más ni menos.

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