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Las aulas, espacios de aprendizajes

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P. José Pastor RamírezSanto Domingo

Un amigo sacerdote me envió un artículo, del señor Julio Leonardo Valeirón, titulado “Una compleja maraña política impacta al sistema educativo”. Un documento sin desperdicio. Dice el autor: “El sistema educativo dominicano está caracterizado por una compleja maraña que impide sacarlo del sótano de la baja calidad, lo que no se corresponde con los recursos invertidos desde el 2013”. La compleja maraña denunciada por el señor Valeirón alcanzó su límite de desconsideración e irrespeto en los últimos tres o cuatro años. Por ejemplo, escuchar hablar de calidad educativa a las más altas instancias de ese Ministerio, generaba un mal de estómago y una impotencia incalculables. Los medidores de calidad educativa, regionales y nacionales, muestran resultados vergonzosos que hemos de revertir.

Me generó mucha alegría, confianza, esperanza y agrado escuchar al actual ministro de educación, Dr. Ángel Hernández, cuando enfatizó en el Foro Regional Virtual Educa Gran Caribe 2022 que “para lograr que en las aulas se obtengan resultados de calidad, el sistema debe tener docentes motivados y resilientes; padres vinculados activamente al centro educativo; disciplina en el uso del tiempo destinado al aprendizaje de los niños en las aulas y las tareas del hogar; y que las escuelas se transformen en espacios de disfrute y en donde los alumnos deseen permanecer”. Este es un camino importante para salir de esa compleja maraña que está afectando la calidad de los procesos educativos en la escuela dominicana.

Si el Ministerio de Educación logra depurar y trasparentar la nómina, dedicando los recursos económicos que surjan de este proceso en: medios educativos, adecuación de la planta física de las escuelas, la actualización de los docentes y la motivación salarial de estos últimos; la calidad educativa será una realidad.

Pero también, es urgente y necesario un seguimiento personalizado del Señor ministro a los directores regionales y distritales para que estos visiten sus distritos y las escuelas bajo su jurisdicción respectivamente. El monitoreo, el seguimiento y los controles son prácticas que aseguran la calidad y el desarrollo. Hay que ir al lugar de los hechos, al santuario donde nos jugamos el presente y el futuro de la educación dominicana, el aula de clase.

Tampoco puede faltar una alianza con los padres y las madres de familia y con la Asociación Dominicana de Profesores (ADP), ya que, la calidad de los procesos educativos tiene sus inicios en el hogar. La pandemia de COVID-19 nos ha demostrado que la educación de un pueblo depende del diálogo y de las alianzas entre la escuela y la familia, entre estas dos y la sociedad. Por otra parte, la ADP está constituida por un alto porcentaje de dominicanos que aman y apuestan a la educación; los cuales se esforzarán para que cada salón de clase sea el santuario donde se gesta el desarrollo del país. Sueño ver estudiantes y familias exigiendo calidad educativa; sueño que la ADP sea una institución que vele por la calidad educativa y no simplemente una fuerza opositora al partido político de turno. La calidad educativa es el único camino.

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