El cibaeño discurso
Con el discurso pronunciado ayer ante gran parte de la élite empresarial cibaeña (“arregladita como para ir de boda”) arrancó formalmente la campaña por la reelección del presidente Abinader. Al discurso le sobraron estadísticas y le faltó la emotividad de otras entregas, más aún cuando la crisis por la que atraviesa el mundo –que comenzó siendo sanitaria, luego también económica y desde febrero (invasión rusa a Ucrania) es también militar y geopolítica-, manda a que los gobiernos expliquen a sus gobernados la gravedad del momento que vivimos, y que una frase reciente de A. Guterrez (ONU) describió dramáticamente: “El mundo está a un error de cálculo de la aniquilación nuclear”.
No es por “gadejo”, sino por lo anterior, por lo que uno ha criticado reiteradamente el excesivo optimismo de un gobierno, que si bien tiene el mérito de haber gerenciado eficientemente la crisis, no puede evitar su condición de sistémica, multifactorial y de una gravedad tal, que ahora mismo pende el mundo de los tufos imperiales y las armas nucleares sin mañana de rusos, gringos y chinos.
Como por momentos, el cibaeño discurso unificó los gobiernos de los dos PLD, es lógico deducir que él tendrá una respuesta en la estrategia electoral de ambos, y especialmente de la versión moradomedina, colocada contra las cuerdas por sometimientos judiciales (presentes y futuros) y sin candidato presidencial hasta octubre 6.
La repostulación presidencial tiene como estandarte la relativa independencia del ministerio público y la demostrada decisión del mandatario de frenar la impunidad, ante su imposibilidad de frenar una corrupción que es el alpiste que alimenta nuestras campañas electorales. Quizás es cierto que “sin senos no hay paraíso”, pero no es mentira que sin financiadores de campaña tampoco hay victorias electorales.
A su vez, la mayor sombra de la actual gestión ha sido una inflación que de no ser controlada en la cotidianidad de los precios, pondrá en peligro la reelección, sabido como se sabe que en nuestra política, no solo “papeleta mata a menudo”, también la inflación mata el mejor discurso, la mayor dedicación y entrega, y hasta el reconocimiento público por lo que para la desvencijada institucionalidad de nuestro país ha significado el contar con una ministra de justicia de las calidades éticas y profesionales de Miriam Germán, imperfecta por ser de las Águilas, pero capaz de citar en un mismo día a Luigi Ferrajoli y a Joaquín Sabina.