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“De la cárcel a la FED, Chino Bujosa es…”

Los tiempos son forjados a imagen y semejanza de las tragedias y de las grandes celebraciones del sueño y la palabra. La historia es sucesión contagiada de episodios y creaciones, ampliaciones de lo que, en un momento dado, fue consagrado o abjurado en el coliseo de la historia, albur satinado en las “fiestas malditas de los hombres” como dijera el poeta Héctor Incháustegui Cabral hablando por sí mismo y los demás cortesanos en un texto sobre el pasado abjurado. Desaparecen los circuitos históricos, se retorna al egoísmo más crudo, individualismo de las formas y contenidos del existir miserable. Quizás todos nos percatamos del encierro fatal del destino, pero algunos cruzan los límites marcados, maceran el ineluctable final y no desertan de las luciérnagas, de esos cocuyos invencibles que dan constancia del honor y el decoro. A esa constelación misteriosa del amor a unos ideales, del apego a una principalía de justicia y destino, pertenece José Bujosa Mieses. Acaba de cumplir 80 años, y ni él se lo cree, porque ha vivido en una juventud intacta de rebeldías y cánones éticos de cara a propuestas y objetivos sociales, avecinado al peligro de morir en un instante, como los otros, los que asumieron una perspectiva de “estrellas en la frente”. Este Chino Bujosa tiene estirpe, viene de un tronco familiar negado a tolerar las injusticias, viene de una memoria de luchas contra la opresión y el latrocinio. Pudo habérsele puesto al nacer un epígrafe que dijera, “no puede fallar” y nunca ha fallado en una serena humildad que le viene de ancestros, de legados de la conciencia latente, de energías redivivas, volutas en espiral. En su tiempo universitario fue postulado a la máxima dirección de la Federación de Estudiantes Dominicanos. Fue presentarlo como opción en la cresta de la ola popular, que sostenía un legado de luchas por la libertad y la democracia. Era el tiempo de entonces. Pero es el tiempo de siempre aunque lo postulen minorías iluminadas por el idealismo. 80 años de vida no es un rulo, diría un chusco, y es verdad. Es un transcurrir espacioso de ocupación ética. No lo pueden traducir los que no sintieron nunca en sus pechos arder una llama, los que viven como las plantas ornamentales sin el primor de un ensueño o de un amor templado en utopías. ¿Qué el mundo ha cambiado? El mundo está cambiando desde siempre. Lo que los laboratorios científicos y la magna ciencia molecular no han podido modificar o transformar, es el honor, el decoro, el apego de vivir con vergüenza, esa línea limítrofe entre el vivir de la vaciedad y el vivir con plenitudes, con sentido de justicia y amor, esas pequeñas cosas que nos adecentan. Chino Bujosa ha vivido en una sencillez de templanza, su desacuerdo no es con la vida a la que ama, sino con los duendes oscuros de los que oprimen, de los que saquean, de los que matan en un oscuro desvarío de riquezas mal habidas. Cuando vi que Chino cumplía 80 años y yo no podía vencer la distancia física que separa a Italia de Santo Domingo, para darle un abrazo, decidí escribir estas cuartillas, para ti Chino, proclamando con nostalgia, “de la cárcel a la FED, Chino Bujosa es…”

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