El shock de la guerra en Ucrania
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estimó que la guerra en Ucrania podría reducir el crecimiento mundial en un punto porcentual, agregar 2,5 puntos porcentuales a la inflación global y sumar 1,5 puntos porcentuales a las tasas de interés para los mercados emergentes. El Banco Interamericano de Desarrollo ha dicho que estas estimaciones han generado un shock, especialmente en términos del intercambio de bienes hacia la región de América Latina y El Caribe.
Las importaciones netas de petróleo, gas y bienes agrícolas representan valores muy importantes para la región, especialmente para la República Dominicana, que con un impacto en el 5,5% del PIB se encuentra entre uno de los países más propenso a enfrentar problemas en torno a la seguridad alimentaria.
Estos argumentos que presenta el BID en su informe sobre “El Impacto de la Guerra en Ucrania en América Latina y El Caribe” deberían ser suficientes para generar una reacción contundente por parte del Gobierno, especialmente en lo que se refiere al apoyo al productor nacional. No se justifica que la única respuesta que se pueda dar a una crisis de provisión de alimentos sea la importación de la inflación de otros países.
Decimos que es la única respuesta, fallida por demás, porque el Gobierno actual ha sido tímido para acudir en apoyo del campo dominicano y generar las condiciones para que nos acerquemos a la autosuficiencia alimentaria lo que, en todo caso, resultaría en una mejor preparación ante las crisis de alimentación que le depara el futuro a la humanidad.
Hay que priorizar los programas dedicados a la modernización y la sostenibilidad de la cadena de valor agrícola, en conjunto con medidas de carácter financiero que permitan a los productores solventar sus inversiones y que los precios se alivien para toda la cadena de producción y hasta el consumidor final.
Una estrategia eficiente para impulsar al sector agropecuario también debe enfocarse en las exportaciones, porque la situación internacional abre un amplio conjunto de oportunidades y cuotas de mercado que pudieran ser provistas por nuestros productores. Pero esto solo será posible si se hacen las inversiones necesarias, con apoyo estatal, abordando las dificultades que enfrenta al exportador para insertarse en los mercados.
No hemos visto una política clara y precisa en el sector agropecuario. Lo único que se ha hecho es golpear al sector con una política que privilegia las importaciones y genera graves incertidumbres hacia el futuro.
Una verdadera política para combatir la inseguridad alimentaria inicia por fortalecer la producción local, mejorar las condiciones económicas y sociales de las comunidades agropecuarias y estimular a los sectores financieros para que apoyen las inversiones en el campo dominicano.