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Los burros dominicanos

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Miguel Reyes SánchezSanto Domingo

En el año 1875, Barahona ya tenía un puerto de exportación, el cual fue dragado en 1902 y se construyó un muelle de madera. No fue hasta 1951 cuando se erigió el actual, época en que se convirtió en uno de los principales puertos de exportación de azúcar del Caribe.

Por el viejo muelle se realizó, en el año 1946, la única exportación de burros de la historia dominicana, cuando terminada la Segunda Guerra Mundial, la República Dominicana embarcó a Grecia cinco mil burros, que aportaron su fuerza de trabajo en la reconstrucción de sus montañosas islas.

Este embarque asnal fue realizado por el General Joaquín Cocco, llevando los animales en lanchones desde el muelle viejo de madera, hasta el buque fondeado frente a la loma El Curro, para ser trasladados a Grecia, en especial a Santorini, donde fungieron como medio de transporte de mercancías y personas. Los burros de Santorini tienen en su árbol genealógico la ascendencia genuina de los burros dominicanos, quienes se aparearon y alumbraron asnos fuertes y robustos, con nacionalidad griega por jus solis, utilizados en la actualidad para las andanzas turísticas en la isla.

Cabe destacar, que desde la antigüedad el burro fue el único motor animado, no humano, en diversas zonas del mundo. Excluidos el buey, -usado para el arado-, y el caballo -símbolo de poder y fuerza-, el asno constituía un auxiliar elemental y básico para los habitantes de los campos y aldeas. De ahí su importancia.

El burro es un animal que se adapta a condiciones ambientales áridas; al compararlo con el resto de équidos, los supera, en cuanto a lo exiguo de sus exigencias y la calidad y cantidad de sus prestaciones. Soporta el calor y la sequía, resistente a la fatiga, austero, paciente, manso y obediente.

Los burros de Santorini llevan años en el centro de un debate, como el que se vive en otros países del mundo en torno al maltrato de los animales, tales como los caballos del Central Park de Nueva York o los toros de las famosas corridas españolas y latinoamericanas. En el ámbito local, la Alcaldía del Distrito Nacional eliminó el uso de los caballos que tiraban de los tradicionales coches tanto en la Ciudad Colonial como en el Malecón.

Se ha hecho una campaña “In Their Hooves” para la preservación de los burros, por parte de la organización inglesa The Donkey Sanctuary, un santuario dedicado exclusivamente al bienestar de los burros, pues constituye una “tortura sin sentido e innecesaria de los equinos utilizarlos como transporte para las personas que desean la experiencia griega real”. Se cree que hay unos 6,000 burros en Santorini y tras esa campaña, el gobierno griego promulgó una ley que impedía cargarles con más de 100 kilos.

Hoy se teme la posible extinción del burro, por su explotación desmesurada, por ejemplo, en México se han reducido en los últimos treinta años de unos 15 millones a apenas 500,000.

Hay que cuidar a nuestros burros, ya que miren lo lejos que han llegado. La Ley de Protección Animal y Tenencia Responsable, No. 248-12, les acoge en su regazo, pero lo más importante es la conciencia de quienes lo usan como animales de carga.

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