Trump quiere volver
Donald Trump entiende que la presidencia de los Estados Unidos es una extensión de su programa de televisión en el que despedía a quien le desagradaba. El quiere volver. Cree que atizando la división de los norteamericanos podría hacerlo.
El saliente mandatario enardeció y lanzó sus partidarios en una acción desesperada de asalto al Congreso y hasta el vicepresidente americano sufrió la ira de Trump por no plegarse a violar la Constitución. Esa locura provocó que Joe Biden asumiera la presidencia custodiado por 25 mil miembros de la Guardia Nacional en medio de un laberinto de barricadas y cercas. Trump degradó la política norteamericana a su más bajo nivel. Le faltó poco para intentar un golpe de estado. No pudo porque no tenía un presidente que lo aprobara. La Constitución de Estados Unidos no fija el tiempo en que un presidente pueda buscar una segunda oportunidad y Trump le deja ver que quiere volver. En su despedida dijo que volvería, aunque no dijo como, pero sus adversarios están advertidos y ponen leña en su contra para avivar el fuego del rechazo. Trump tiene la persecución de los demócratas que lo quieren aniquilado y de un sector de republicanos aspirando a postularse. Está entre dos fuegos.
Los demócratas tienen una agenda tupida. El coronavirus afecta la salud, educación y la economía y deben frenarla. Biden tratará de borrar la gestión de Trump por vía administrativa, pero le será cuesta arriba lograr nacionalizar once millones de indocumentados. Se habla de un juicio a Trump por incitar a la violencia por el asalto al palacio legislativo donde murieron un policía y cuatro turberos, pero esto podría ser otro circo que culmine sin un final espectacular.
Estados Unidos debe volver a recomponerse para ser relanzado. Tienen que reencontrarse en armonía para enfrentar los retos que trae esta nueva década, pero sin Trump. Esa presidencia pasó volando.