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EL INFORME OPPENHEIMER

¿Estamos ante la peor crisis de la historia?

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ANDRÉS OPPENHEIMERSanto Domingo

No me malin­terpreten, la pandemia de COVID-19 es la peor crisis mundial en muchas décadas, y las cosas pue­den ponerse aún peor. Pe­ro, contrariamente a lo que muchos creen, es probable que esta crisis sea mucho menos devastadora, en vi­das humanas y destrucción económica que otras gran­des pandemias del pasado.

Esa es la sensación que tengo tras entrevistar a una docena de conocidos historiadores y economis­tas internacionales en días recientes. Casi todos coin­ciden en si los países más grandes siguen exigiendo a la gente que observe el dis­tanciamiento social, pron­to veremos la luz al final del túnel.

John M. Barry, el autor de “La gran influenza: la his­toria de la pandemia más grande de la historia” que está en los primeros pues­tos de la tabla de bestsellers del New York Times, me di­jo que el COVID-19 “es una pandemia muy grave, pero nada como la de 1918 “.

Me recordó que la pan­demia de 1918, también conocida como gripe espa­ñola, mató a entre 50 y 100 millones de personas en to­do el mundo. Ajustado a la población mundial de hoy, eso serían entre 220 mi­llones y 440 millones de muertes. “Afortunadamen­te, no estamos viendo ese tipo de mortandad, incluso en el peor de los casos”, me señaló.

Actualmente el CO­VID-19 ha causado unas 360,000 muertes a nivel mundial, según el Centro de Recursos de Coronavi­rus de la Universidad de Jo­hns Hopkins. Aunque mi­llones podrían morir si hay una segunda ola, todavía sería un porcentaje muy pequeño de los que murie­ron en 1918, me dijo Barry.

La pandemia del SIDA mató a unos 36 millones de personas entre 2005 y 2012. Y la peste bubónica, o la pandemia de muerte negra de 1346, mató a en­tre 75 y 200 millones de personas.

En cuanto al impacto económico del COVID-19, es la mayor crisis económi­ca en casi un siglo. Pero las principales instituciones fi­nancieras internacionales coinciden en que será mu­cho más breve que la Gran Depresión de 1929 o la cri­sis financiera de 2008.

Mientras que la Gran De­presión de 1929 duró diez años y la crisis financiera de 2008 duró entre dos y tres años, se estima que la actual durará un año.

El Fondo Monetario In­ternacional pronosticó en abril que la economía mun­dial se contraerá un 3 por ciento este año y crecerá un 5.8 por ciento el próximo año. En 2020, la economía de Estados Unidos crecerá un 4.7 por ciento, la de Chi­na se expandirá un 9.2 por ciento y la de América Lati­na crecerá un 3.4 por cien­to, estimó el FMI.

Según me dicen privada­mente los economistas del FMI, es probable que es­tos pronósticos se revisen a la baja en los próximos meses, pero no dramáti­camente. El FMI, el Banco Mundial y los principales bancos privados todavía predicen un repunte eco­nómico relativamente rápi­do en 2021.

“Estamos a punto de ver las mejores estadísti­cas económicas que hemos visto en la historia de este país”, dijo el ex economis­ta del gobierno de Obama y profesor de Harvard Jason Furman en una presenta­ción por Zoom en abril, se­gún informó Politico.com.

Los meses anteriores a las elecciones de noviem­bre podrían ofrecerle al presidente Trump la opor­tunidad de alardear de las cifras de crecimiento de empleo mensuales más al­tas, y el crecimiento econó­mico más rápido, dijo Fur­man a Politico.com. Por supuesto, esas cifras serían engañosas, ya que solo ten­drían en cuenta unos pocos meses, en lugar de un año entero.

Pero el punto es que al igual que después de los huracanes u otros desas­tres naturales, es proba­ble que veamos un creci­miento económico debido a la demanda acumulada. Además, recuerden que después de la terrible pan­demia de 1918, vino la eu­foria de “los años locos” de 1920.

Así que pongamos las co­sas en perspectiva. Esta es una crisis terrible, agrava­da en Estados Unidos por la respuesta desastrosamente lenta y errática de Trump. Y las cosas todavía pueden empeorar en las próximas semanas en América Lati­na.

Pero no apuesten a que esta catástrofe mundial irá de mal en peor. Por mal que estén las cosas, ésta no es la pandemia de gripe españo­la, ni probablemente dure tanto como las mayores cri­sis económicas de la histo­ria reciente.

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