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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

Te estás muriendo

¡Ahora sí fue verdad! Con lo que me ha cogido. ¿Por qué ponerme de aguafiestas hablando sobre la muerte? Esa es la dama “influencer” más odiada, a la que todos le salen ansiosamente corriendo como el diablo a la cruz. No vale la pena que sigas leyendo: ¡Apaga y vámonos!

¿Te quedaste? Bien, no sé si conoces la expresión latina: In articulo mortis. Esta locución significa: A punto de morir.

He tenido la experiencia de bautizar a personas, generalmente niños, en peligro de muerte.

En el lugar de los hechos, he tomado los datos que identifican a la persona y al transcribirlo en el libro le he añadido la apostilla: “in articulo mortis”.

Permanentemente también he visito personas que, en su lecho de muerte, esperan firmar con los carmelitas y guindar los tenis. La gente en general no quiere saber de los muertos y menos de la muerte.

Preferimos silenciar este tema. Nos gusta darnos buena vida, organizar pachanga, can, coro, bailar bachata yÖ ¡Cha, cha, cha, qué rico chachacha, vacilón, qué rico vacilón! Todo sazonado con alcohol, droga, sexo “seguro” (como dicen los expertos en la materia, las empresas de preservativos y quienes se ganan la vida incitando al desorden sexual).

Lo cierto es que te estás muriendo, aunque tú no lo creas. No importa la edad que tengas ni el dinero que hayas acumulado en buena o mala lid. Para que no haya duda, cuando digo que te estás muriendo, no hago excepción de nadie, ni de mí. Todos, hombres y mujeres, como también la cofradía de devotos fervorosos de la ideología de género: ¡É pa’ fuera que vamos! Es una idiotez creer que puedes llevarte el mundo por delante, porque tienes dinero, poder político o militar, armas, fama o belleza. Buche y pluma no más, mucha espuma y poco chocolate.

En lugar de amolar el machete para la propia cabeza, ya podríamos hacer algo de bien, agarrarnos de Dios y dejar este mundo un poco mejor.

El 2 de noviembre es el día para recordar y poner en oración a nuestros seres queridos que se nos adelantaron.

“Vivo sin vivir en mí, y tan alta vida espero, que muero porque no muero” (Sta. Teresa).

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