VIVENCIAS

Soy mariano

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Juan F. Puello HerreraSanto Domingo

Mi nombre es Juan, pero soy mariano. Y orgullosamente lo soy porque mi devoción a la Santísima Virgen María debo confesarla en una época que está siendo objeto de ataques despiadados e insultos en distintas partes del mundo que sin duda están dirigidos por el demonio que la odia a muerte.

Este odio visceral del demonio a la Virgen María se explica desde el libro del Génesis 3,15 con el “protoevangelio”, en el que se da el primer atisbo de salvación con estas palabras: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar”.

La Virgen María es la madre de los que nacen a la fe y siendo madre de Jesucristo es también madre nuestra y cabeza del Cuerpo Místico de Cristo. Por tanto, la Santísima Virgen como nos dice Antonio Royo Marín, O.P. es la mujer más grande que ha existido en el mundo, la criatura más excelsa que ha salido de las manos de Dios.

Como entonces no amar, honrar y venerar a María Santísima que como intercesora doy fe ha arrancado milagros inconcebibles a Nuestro Señor Jesucristo para nuestra familia. Por esto los 365 días del año le hago un obsequio que le agrada el Santo Rosario.

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