PASADO Y PRESENTE

El único retrato de Duarte

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Juan Daniel BalcácerSanto Domingo

Recientemente circula por las redes una foto que muestra un hombre sobre un caballo, tomada en alguna hacienda, finca o estancia en fecha y lugar indeterminados. Nada de extraordinario tiene la aludida foto si no fuera porque, infundadamente, se afirma que se trata de Juan Pablo Duarte. Conviene precisar que, desde la segunda mitad del siglo XIX, los dominicanos solo han conocido un retrato auténtico de Juan Pablo Duarte. Me refiero a un daguerrotipo hecho en Caracas, hacia 1873, por un fotógrafo de nombre Próspero Rey. (El daguerrotipo fue el primer procedimiento fotográfico desarrollado en Francia, por Louis Daguerre, y data de 1839). Hacia 1883, Rosa y Francisca Duarte enviaron una copia del referido retrato de su hermano al historiador José Gabriel García, el cual al cabo de poco tiempo fue solemnemente colocado en la Sala Consistorial del Ayuntamiento de Santo Domingo. Recuérdese que, para 1873, Duarte había cumplido 60 años, padecido inenarrables amarguras y su salud se hallaba en progresivo deterioro, a causa de una tisis pulmonar que le llevó al sepulcro. Tal circunstancia explica el hecho de que algunos de sus coetáneos, cuando vieron por primera vez el retrato hecho por Próspero Rey, apenas pudieron reconocer la faz de Duarte, a pesar de que se trató de la única foto auténtica del patricio que, según Vetilio Alfau Durán, “lo representa[ba] ciertamente tal como era en sus últimos años, ya en el ocaso de su vida”.

Opinión de los hermanos Duarte Diez. En 1887 el pintor Alejandro Bonilla, evocando los rasgos juveniles de su amigo Juan Pablo e inspirado en el daguerrotipo de Próspero Rey, hizo un retrato al óleo intentando reproducir la fisonomía de Duarte “tal y como le conoció en los días de su obra magna, de su gloria y de sus primeros dolores y martirios por la patria”, según Federico Henríquez y Carvajal. Posteriormente, Bonilla enviaría su obra a Caracas para que Rosa, Francisca y Manuel emitieran su parecer, pero antes de eso es fama que entre quienes en Santo Domingo vieron el referido óleo, estuvo la señorita Prudencia Lluberes, que había sido prometida de Duarte y quien, al ver el retrato, exclamó: “Ese es Juan Pablo. ¡Está hablando!”. Respecto de la opinión de los hermanos Duarte Diez, consta que cuando Rosa y Francisca mostraron el retrato a Manuel (quien había enloquecido en el destierro), le dijeron que se trataba de Vicente Celestino, información que el infeliz enajenado refutó, exclamando: “Este es Juan Pablo cuando llegó de España, a él lo embarcaron muriéndose”. Evidentemente Manuel acertaba y erraba al mismo tiempo, según lo confirman sus hermanas en carta al pintor Alejandro Bonilla, del 25 de octubre de 1889: “Manuel no puede acordarse de cuando Juan Pablo llegó de España, él confunde la ida de Juan Pablo a España con lo que pasó cuando lo expulsaron, que lo embarcaron para Hamburgo muriéndose; en Hamburgo se puso bueno y muy repuesto; en abril de 1845 llegó a La Guaira, en donde tuvimos el placer de abrazarle. Llegó de Europa como está en el retrato, y hasta Manuel lo recuerda; así es que, altamente complacidas y agradecidas, le repetimos: que la semejanza es grande y que para ser completa debía tener las entradas de las sienes más encentradas y la mano más delgada”. Poco tiempo después, en 1890, el pintor Abelardo Rodríguez Urdaneta también plasmó en un lienzo una fisonomía joven de Duarte, aunque más adulta y vigorosa. A partir de entonces, la plástica dominicana se ha enriquecido notablemente con numerosos cuadros, estatuas y esculturas del fundador de la República dando como resultado una extensa iconografía duartiana.

El retrato oficial de Duarte. El 10 de marzo de 1970 fue promulgada la ley No. 550, según la cual “para la correcta reproducción de la fisonomía de Juan Pablo Duarte, Fundador de la República, deben tomarse como base la fotografía hecha al Prócer en Caracas, en 1873, y el óleo pintado por Alejandro Bonilla en 1887, que lo representa en la época de la Independencia, así como cualquier otro documento iconográfico antiguo de reconocida autenticidad que pudiera aparecer”. Asimismo, dicha ley establece que “ningún retrato de Juan Pablo Duarte podrá ser adoptado para su reproducción en monumentos públicos, oficinas nacionales y municipales, cuadernos y publicaciones oficiales, sin antes obtenerse el dictamen favorable del Instituto Duartiano”.

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