MUCHACHOS CON DON BOSCO
El sermón de Montesinos hoy
Estamos conmemorando los 500 años del Sermón de Adviento de Antonio Montesinos, pronunciado en el 1511, que es interpretado como el primer gran grito a favor de los derechos humanos ante la explotación que padecían los indígenas. Este hecho es considerado de suma importancia en la historia de nuestro pueblo dominicano y, también, más allá de nuestras fronteras. Pero no podemos quedarnos, simplemente, en considerarlo de suma importancia, sino que hemos de ver cuál actual puede ser, este grito, entre nosotros, sobre todo en este tiempo de Adviento que hemos comenzado como preparación a la Navidad. Les invito a que miremos a los miles y miles de niños y niñas que en medio de nosotros padecen privaciones y abusos de sus derechos fundamentales. Niños con sus pies descalzos que caminan por nuestras calles. Niños con sus rostros desfigurados y tristes porque tienen hambre. Niños con harapientas vestiduras en sus delicados cuerpos. Niños analfabetos porque no van a la escuela. Niños trabajadores, que con sus manos sucias tienen que ganarse el sustento para sobrevivir. Niños sin familia, niños que duermen en la calle... A todos los responsables de que esto esté sucediendo, padres, gobiernos, autoridades, grupos sociales, el grito de Montesinos les sigue diciendo con fuerza profética: “Todos ustedes están en pecado mortal y en él viven y mueren, por la crueldad y tiranía que usan con estos niños y niñas inocentes. Expliquen, ¿con qué derecho y con qué justicia tienen en tal cruel y horrible servidumbre a estos niños y niñas?” Y muy bien podría seguir diciendo: ¿Con qué autoridad y poder realizan tan grande opresión y maltrato infantil? ¿Por qué les tienen tan abandonados sin darles la comida que necesitan, sin ofrecerles un cuidado de salud, sin llevarles a una escuela de calidad, haciéndoles vivir en la miseria, no ofreciéndoles el afecto y cariño que necesitan? ¿Por qué se les obliga a trabajar? ¿Por qué están desnutridos? ¿Por qué muchos mueren prematuramente? ¿Por qué cuando se paran al lado para limpiar el carro se les mira con enojo y desprecio? ¿Acaso ellos no son niños tan dignos como lo son sus propios hijos? ¿Acaso no son niños que tienen un alma muy hermosa, que tienen un rostro con unos ojitos llenos de vida que quieren sonreír, que tienen un cuerpo que necesita jugar y recibir caricias y abrazos? ¿Por qué no entienden esto? ¿Sus sentimientos son tan fríos e indiferentes que no se conmueven ante estos niños y niñas que están llenos de sufrimientos? ¿Dónde está su conciencia? ¿Es posible que sigan dormidos en este tan letárgico sueño? ¡Basta ya! Recuerden lo que nos dice Jesús en el Evangelio: “Lo que hagan con uno de estos mis pequeñuelos conmigo lo hacen”.