REFLEXIÓN DEL ALMA
El Sida: La espada de Damocles
Hacer un recuento de legados efectuados por República Dominicana a la República de Haití en innecesario, ya que no existe dominicano que no sepa que nuestro país se está desangrando a través de ayudas a esa nación. Si bien es cierto que es una obligación humanitaria tenderle la mano al necesitado, existen diversas paremias ciertas e indicadoras señalando que nadie puede ofertar lo que no tiene, como tampoco “vestir un santo desvistiendo a otro”, y es precisamente lo que estamos haciendo con nuestros vecinos. Es conocido de todos la avalancha de heridos haitianos que acudieron a nuestros hospitales abarrotándolos. Gracias a Dios que los pudimos socorrer en el momento más dramático de sus vidas, porque sin lugar a dudas, a los ciudadanos del mundo que más les importó la suerte que corría Haití fue a los dominicanos. En ese momento cuando la ambición humana mostró las funestas consecuencias que ya los había hundido, la naturaleza se ensañó sobrepasando todos sus males; mientras tanto, nuestros hospitales no podían socorrer a los nacionales de este país porque no daban abasto. Evidentemente se le dio preferencia a los heridos haitianos pudiendo salvar innumerables vidas. Hago estos señalamientos considerando que en el presente los hospitales estatales tienen gran acumulación de dominicanos afectados por el dengue, especialmente niños y adolescentes. Esta enfermedad que se ha extendido por todo el país está siendo combatida actualmente por Salud Pública, Fuerzas Armadas, Defensa Civil, incluyendo iglesias e instituciones tanto públicas como privadas, en exterminación del mosquito productor del dengue. Esfuerzo loable de personas sensatas en lucha contra más de cinco millones de focos que podrían intensificar la avalancha de casos mortales. Esta breve exposición se produce consciente de lo que estamos pasando, que podría agravarse si atendemos las pretensiones de Estados Unidos de América que nos sitúa con La espada de Damocles encima de la cabeza, al sugerir que los enfermos de Sida de la República de Haití sean atendidos en República Dominicana. ¡Qué insensatez! Después que se ha hecho lo indecible por esa nación que nos presionen con algo tan significativo que solo corresponde al conglomerado de países comprometidos con Haití ante otro drama mortal, del que sin ayuda colectiva no podrán salir. En Haití se tomaron muestras de sangre de 21,000 haitianos, saliendo afectados con el VIH el 20% de esos ciudadanos. Si examinan los dos millones de indocumentados que residen en nuestro país encontrarán un porcentaje positivo muy alto que infectarán a parte de nuestras mujeres que conviven con ellos. A veces, cuando la gravedad existente se impone, hay que externar criterios que pueden parecer antidemocráticos siendo positivos. Considero que los haitianos residentes en República Dominicana deben ser examinados para determinar los enfermos, de modo que podamos evitar el contagio, que, de no hacerlo, sería lamentablemente inevitable. ¿Por qué la comunidad internacional que ofertó ayuda a Haití no le construye hospitales provisionales para esos enfermos de Sida que merecen atención médica inmediata? Es imprescindible que el mundo sepa que nadie puede exigirnos ayuda para Haití en las circunstancias que República Dominicana se encuentra. Latinoamérica, Estados Unidos y los países europeos que ofrecieron ayuda deben de honrar su palabra; no pueden evadir sus responsabilidades abusando de la bondad dominicana. La ayuda a Haití debe llegar rápidamente ahora que se encuentra afectado por una enfermedad mortal. Esperemos que nuestro Gobierno no comprometa su benevolencia en esta desafortunada ocasión porque, de aceptar tan peligrosa sugerencia, se complicaría con la incidencia del dengue en los hospitales nacionales y sobre todo afectaría grandemente la economía, la nacionalidad y la salud de República Dominicana.