Transformaciones sociales, 1504
1 de 2 En 1504, durante los tiempos del gobernador Ovando, se inicia una real transformación del sistema indígena al romperse los nexos cacicales. En pocos sitios se puede hallar un arte hispano-indígena en la isla de Santo Domingo, como tampoco uno afro-indígena, en el lugar de la fundación de Santo Domingo donde encontramos restos de alfarería aborigen que imitaba los platos y formas hispanas, o en La Vega Real donde cerámicas enrolladas y con formas españolas y decoradas al estilo hispano muestran que el indio fue entrenado para hacer artefactos con las técnicas del conquistador. En el viejo ingenio de Engombe, trabajado por nosotros, las hormas de azúcar y los burenes, eran si dudas un modelo incorporado a la labor africana por los productores de azúcar, siendo los artefactos más importantes el burén para hacer casabe, heredado el indio, y la horma para el papelón, herencia hispana. Durante el segundo gobierno de Diego Colón estaban dadas las bases económicas para una cultura que tenía como principal actividad la de los pocos cortesanos y la de los religiosos de la órdenes de San Francisco y Santo Domingo, en cuyos solares e iglesias simples se inició un proceso cultural apegado a los valores de la entonces naciente cristiandad americana. Los saraos crecieron, y la vida social trajo como consecuencia el que los entretenimientos de la metrópoli se consolidaran en la vida dominicana de los primeros años coloniales. A fines de 1509 habían llegado los primeros cuatro frailes dominicos, portados en las naves de Diego de Nicuesa, quien era importante intérprete de la vihuela, con la que acompañó a algunos cantores de la época. Nicuesa murió en una de las acciones iniciales en la llamada Tierra Firme, luego de sus diferencias con Vasco Núñez de Balboa. Los versos más comunes en la época fueron los romances españoles, octosílabos de rima asonante que eran comunes como poesía que cantaba los hechos de los castellanos, pero también historias moriscas y aventuras de amor y muerte.. La más antigua literatura española los refiere como elementos narrativos de historias personales o de orden medieval, tal y como los recoge Menéndez Pidal en su obra “Flor Nueva de Romances Viejos” Vale recordar que las cañas, juego medieval, se realizaba en las calles desde las primeras épocas, y que lo mismo los toros formaron parte de la vida lúdica colonial al igual que las carreras de cintas y otras expresiones como las mascaradas. Se habla del areíto indígena como baile encontrado por los españoles. Toda una mitología sobre un supuesto “areíto de Anacona” ha circulado queriéndose justificar su presencia al través de los siglos y su influencia en la cultura dominicana. El areíto era en realidad una fiesta de recordación y su música no pasó los linderos de ser el contenido de las memorias y leyendas aborígenes, con el uso acompañante de las llamadas ocarinas, de las cuales hay pocas en las colecciones dominicanas, como las pertenecientes a la colección del arqueólogo Emile de Boyrie de Moya, o bien las flautas de caña, las olivas o caracoles que se usaban en sartas, rodeando los tobillos para hacer ritmo, las maracas y el tambor mayohuacán, usado no como elemento rítmico, sino más bien como instrumento para avisar y enviar ciertos mensajes a distancia. Entre los artefactos musicales arqueológicos se destaca el confeccionado con el llamado “lambí”, con el que se produce aún el fotuto, (caracol grande de la especie Strombus, cuyo ápice era cortado para poder soplar por su parte más estrecha), y el que ha quedado hasta hace bien poco tiempo como instrumento que fuera usado por los esclavos de la parte occidental de la isla, Haití, para comunicarse entre sí durante las luchas de los esclavos contra los amos franceses, y en la parte dominicana por el campesinado para el aviso de la llegada de la carne a las carnicerías tras las matanzas. El obispo Alessandro Geraldini, natural de Amelia, sin duda hombre importante por sus ideas renacentistas y su enorme imaginación, ya en el primer cuarto del siglo XVI elogia las construcciones y en ocasiones exagera la grandeza de sus hallazgos. Llama “ínclita” a la ciudad, habla de “sus nobles caballeros siempre vestidos de púrpura”. De seda “con recamaciones de oro”. Sobre la corte y Diego Colón afirma que éste era orgulloso y que posiblemente tendría el rey que llamarle la atención, refiriéndose al segundo gobierno, durante el cual la esclavitud se manifiesta en sus posesiones y la matanza de negros se hace “ejemplar” cuando el virrey aplaca la rebelión en su ingenio de azúcar. Aunque en 1510 la situación colonial no era la mejor desde el punto de vista festivo, todavía la creciente población, la llegada de gente que buscaba fortuna, la presencia de una naciente población judía incorporada ilegalmente y el descubrimiento de las nuevas tierras, contribuyen a que cada vez más se haya presencia de personalidades importantes, algunas de las cuales, aparte de los conquistadores que usan la isla como base para las invasiones a nuevas posesiones, tienen cierta connotación. La producción creciente de azúcar fue sin dudas un atractivo renglón, que atrajo familias y generó riquezas de hacendados que hicieron de las fiestas un importante quehacer colonial. Ya no sólo los virreyes eran los directores de las festividades de alta importancia, sino que también los oidores, muchos de ellos ricos por el negocio de la venta de sentencias y la corrupción colonial señalada por muy diversos autores. El contrabando y el tráfico de influencias fueron desde el primer gobierno de Diego Colón punto clave en la concreción de las riquezas locales. Ya en el segundo gobierno de Diego Colón la corte de María de Toledo era modelo de aristocracia a la que todos aspiraban y muchos eran los juegos sociales, entre los cuales el ya mencionado juego de cañas destacaba con Nicuesa como uno de sus excelentes ejecutores. Aparte de las carreras de caballo, fueron importantes la cacería de aves y la posible cetrería, lo mismo que la de cerdos cimarrones ya presentes durante el gobierno de Ovando quien proveyó los campos de este tipo de animal para el uso de la alta sociedad en parte creada por él, según datos de Fernández de Oviedo... España transportaba a la América inicial cristiana, sus sistemas lúdicos, sus instituciones y sus recuerdos de la medievalidad. Serían actividades importadas que se diseminaron en el territorio. Las tradiciones lúdicas indígenas no subsitieron. El juego de la pelota, y los bateyes para la ejecución del mismo, desaparecieron pronto, porque el batey con plaza central era, en términos generales un poblado indígena donde el juego era practicado con contenidos religiosos y lúdicos a la vez, puesto que está documentada la apuesta como parte del juego. Con la desaparición de los rituales ligados al batey, el mismo terminó desapareciendo como espacio ritualizado. Lo cierto es que en las Antillas, donde la demografía sufrió el más dramático de los derrumbes con la conquista, el modelo indígena y menos las creencias, alcanzaron alguna fusión significativa. La esclava negra, y el mestizaje entre indios, negros y españoles, crearon una base criolla personalizada luego en la cultura del ganado, de larga acción, y fundamental para confeccionar síquicamente la mentalidad del futuro dominicano. Pienso que al hato ganadero sería la matriz de la vida criolla posterior. La organización hispánica del medio se produce con la creación de instituciones que corresponderán a los intereses del invasor, para el cual la nueva economía se basa primero en los intercambios de la llamada, en la búsqueda de oro, en la explotaciÚn del azúcar y casi al final de la caída de estos ciclos, en la ganadería, la cual vendrí.a a cubrir varios siglos de historia. El asentamiento hispano, dada la novedad de los hallazgos y de la implantación no reconocería ninguna de las instituciones indígenas, y los repartimientos y encomiendas no tomarían en cuenta la organización cacical, cuando entre 1514 y 1517 los grupos tribales pasaron a ser concentrados, y en ocasiones refundadas las propiedades de los mismos, en los repartimientos de los frailes jerónimos y en el de Alburquerque. Los sistemas laborales fueron adjudicados al indio fundamentalmente como parte de la economía casi medieval que portaban los invasores. La evangelización comenzó temprano, y fue factor fundamental en la sustitución del proceso de las creencias indígenas, las cuales fueron casi totalmente absorbidas. No tenemos muchas noticias sobre posibles cofradías, hermandades u organizaciones indígenas aceptadas o promovidas por la Iglesia Católica, caso diferente al de los africanos más tardíos, los cuales llegaron a formar parte de un conglomerado religioso importante. Transformaciones sociales, 1504 MARCIO VELOZ MAGGIOLO 2 de La caída de la demografía indígena está documentada por los censos hechos en 1514 por Miguel de Pasamonte y Rodrigo de Alburquerque, considerándose que para aquella epoca habitaban la isla unos cinco mil españoles, lo que revelaba el progreso demográfico de orden hispano, el que se había iniciado con los 300 españoles del siglo XV. Los indios, a la llegada de los españoles, debieron rondar, como población total el medio millón de personas. En 1494 seg?n la obra de Frank Moya Pons titulada, “Después de ColÚn” (Alianza Editorial, Madrid, 1987) la población alcanzaría 377.559, ello en 1494, mientras que en 1510, o sea dieciocho años luego, se había reducio a unos 33.523 indígenas. Este descenso brusco plantea, para un estudio de la fusión cultural, la imposibilidad de que la misma hubiese podido consolidar elementos culturales hispano-indígenas permanentes, a no ser los que hemos analizado. En Santo Domingo se iniciaron de modo organizado y principalmente a partir del gobierno de Ovando, los primeros aprestos de organización, los que fueron siendo creados y en ocasiones modificados para adaptarlos a las circunstancias. La Casa de Contratación, creada en Sevilla en 1503, época en la que ya Ovando había tomado posesión y levantaba los planos de una moderna villa, regulÚ mediante funcionarios relativamente nuevos en el tren hispano para el control de lo que salía y llegaba para Santo Domingo y desde Santo Domingo. Siendo los años iniciales de la conquista a veces difíciles para la política expansionista, era fundamental mantener vigente suplir las necesidades de la colonia de Santo Domingo y de las dem‡s luego, usando de los controles manejados por un factor, o administrador de las importaciones, un tesorero y un escribano, controles coloniales ubicados en la península. La presencia judía, prohibida a partir de la toma de Granada con la expulsión de los sefarditas del territorio hispano, fue un elemento importante en las migraciones a América. Como bien señala Carlos Esteban Deive, en su respuesta a Jean Gasgman, titulada “Los Judíos en el destino de Qisqueya”, (Periódico Hoy, 9 de diciembre del 2007), “En Santo Domingo hubo judíos en los primeros años del siglo XVI, tanto conversos como ortodoxos. Unos y otros desempeñaron un papel preponderante en el comercio y en el gobierno colonial. El Real Consejo de Indias fue una de las grandes reformas producto de la conquista. Creado en 1519 para nombramientos, selección de cargos. Manejaba las ?ltimas instancias en lo relativo a programas judiciales. Con el crecimiento de los territorios americanos, el Real Consejo manejÚ la hacienda de las tierras virreinales, entre las cuales se hallaba Santo Domingo. Desde temprano sus jueces o oidores alcanzaron a ser figuras fundamentales en las políticas locales, muchas de las cuales terminaban en juicios de residencia, o en sentencias muchas veces incumplidas. Como primer virreinto el de Santo Domingo se constituyó en el modelo inicial muy modificado ya en 1535 y 1543 por las conquistas de México (Nueva Esp‡ña ) y el Perú. En el año 1511 se creó la primera Real Audiencia, en Santo Domingo, siendo el modelo para la colonización. Solo el Consejo Real, ya mencionado tuvo mayor importancia que la misma. Cabildos y gobernaciones dividieron los territorios indígenas, y echaron por tierra todo el proceso del derecho tribal, totalmente consuetudinario, totalmente incomprensible para el conquistador, como lo fue la propia religión aborigen, de la que no queda rastro en el proceso inicial del contacto entre indios y españoles. Hasta el siglo XVIII, cuando se producen las reformas de la casa de BorbÚn, las formas legales instaladas por el proceso colonialista, se mantienen m‡s o menos rígidas aunque con ciertas variantes producto de la propias de los lugares conquistados.