De Cerca
¡Hasta siempre reina Isabel!
Cuando era una adolescente, recuerdo que mis tías, residentes en Estados Unidos, traían decenas de ediciones de las revistas Hola y Vanidades, que en aquel entonces no estaban a la venta en República Dominicana.
Tampoco había redes sociales, por lo que abrir las maletas y comenzar a hojear esas publicaciones con las fotografías de la realeza, era un deleite.
En esas páginas conocí a la reina Isabel, y despertó mi interés de saber cada vez más detalles de todo lo que involucra ese mundo, en aquellos años para mis ojos maravilloso e impecable.
Así crecí. Esperando cada final de año para enterarme de la vida de la realeza.
Después supe de Carlos, de Diana, de sus hijos... y hablaba con tanta pasión de sus acciones, de su vestuario y de las exclusivas recepciones a las que asistían que era motivo de burla en el colegio y, por supuesto, también en la casa, donde mi hermana menor a menudo reclamaba porque pasaba mucho tiempo “llevando la vida ajena”.
Años más tarde
Cuando Diana murió lamenté tanto su partida que entristecí por varios días. Ya mi primer hijo había nacido, y recuerdo cómo me partía el corazón ver a William y a Harry caminar tras el auto que llevaba el cuerpo sin vida de su madre. Critiqué el largo trayecto que aumentaba la angustia de esos niños.
Ahora, la noticia de la muerte de la reina Isabel me llena de nostalgia. Símbolo de fortaleza, resiliencia y disciplina, su reinado vio pasar guerras y a 14 jefes de Estado. Fue la primera royal a tiempo completo en el ejército, y la cara de la monarquía en el mundo.
Una huella indeleble
La Reina logró hitos importantes para la corona. Organizó los primeros eventos solo para mujeres en el palacio de Buckingham; invitó en 2004 a representantes de negocios, arte, literatura, política y moda a cenar en el ‘Women of Achievement’.
Se convirtió en un ejemplo de liderazgo para otros gobernantes, y una fuente de orgullo para su familia. Amó a los caballos y a los perros, detalle que siempre me encantó.
Referencia de elegancia y estilo. Su imagen estratégica siempre impecable con trajes que reflejaban autoridad, y algunas veces, añadía estampados florales y tonos pasteles para mostrar que también era cálida y romántica.
Esposa, madre y abuela. Combinó magistralmente su rol de mujer y monarca. La mujer más poderosa del mundo jamás perdió su esencia femenina, y con eso me quedo.
¡Hasta el lunes!