Normas y estilos

En la mesa: Temas ideales, conversaciones incomodas…

En mi casa, la hora de la comida solía ser una “hora sagrada.” Mis padres nos inculcaron que debíamos comer juntos todos los días; este tiempo “en familia” era el más importante. Era un tiempo valioso y que se fijó en mi mente por las diferentes vivencias compartidas en él. Allí nuestros padres planificaban el fin de semana, el viaje de verano, el cumpleaños, la navidad; nos supervisaban la parte escolar, corregían nuestras posturas, el manejo de cubiertos y sobre todo que debíamos aprender a comer de todo, educando así nuestro paladar.

Hoy tenemos los almuerzos de trabajo, las reuniones sociales y otros eventos en que (al margen del círculo familiar e íntimo, que aguantan todo tema) debemos mantener reglas lógicas que nos alejen cortésmente de discusiones, y que puedan crear distancias insalvables.

Desde el siglo XVII, los fundadores The Royal Society, la primera y más prestigiosa institución científica de todos los tiempos, sentaron como reglas esenciales la prohibición de hablar de política, deportes, salud o religión en tertulias y almuerzos.

Los temas políticos deben evitarse, crean diferencias por las opiniones y las posiciones radicales, con grandes niveles de discusiones ideológicas que se pasa a la involuntaria ofensa.

En 1630 el cardenal Richelieu en Francia, realizó la costumbre de achatar los cuchillos en su casa (que hoy ha llevado a que no tengan punta) para evitar que los comensales tuviesen armas al alcance de sus manos, si la situación se pusiese tensas.

Hoy en día el nivel de tolerancia ha aumentado en los temas religiosos, pero deben ser evitados por las diferentes creencias existentes.

Los deportes no son temas que puedan llevarse a la mesa. Las enfermedades son temas incomodos y más en estos tiempos en que hemos sido tan afectados por el COVID-19.

Las comidas están para disfrutar de la compañía y de los diferentes menús que suelen perder sus sabores deliciosos si ponemos temas incomodos. No hay nada más desagradable que presenciar una conversación comprometida en la mesa.

Hablar de uno mismo debe de ser moderado, cumpliendo la regla de oro de la empatía. Respetemos los derechos o deseos individuales o colectivos. Hablar de lo que uno tiene, de lo que uno gana, de lo que uno gasta, de los títulos que tiene... es una forma muy zafia de darse importancia. La verdadera importancia la debe dar como eres y como actúas. La posición social no es indicativa de la buena educación de una persona.

Evitemos alardear o quejarnos de nuestras finanzas, el tema del dinero siempre es poco elegante tratarlo en la mesa o fuera del ámbito profesional o de negocios.

Al hablar en la mesa debemos cuidar que sea de interés de todos, compartir opiniones y vivencias. No debemos ser radicales en nuestras críticas, y mucho menos si la persona no está presente.

No seamos vulgares o groseros, evitemos los temas sexuales.

Algo que deja ver una pésima educación es el uso del teléfono celular en la mesa.

Por mi carácter nunca he puesto objeción al lugar de sentarme, soy de la firme creencia de que todo tiene una razón y un aprendizaje. En esto aplico la frase de “sentarme bien sin mirar con quién”. He conocido personas muy valiosas, muchas de ellas han sido canales a mi crecer personal y profesional.

Al ocupar la mesa debemos hacerlo con la mejor sonrisa, saludar a los ya sentados y presentarnos mientras miramos a los ojos.

Debemos tratar de participar en la conversación, los invitados muy callados, causan inquietud. Si no conoces el tema, hacerlo saber, ayudará a que te expliquen; igual si incomoda o produce desagrado.

La conversación debe de ser con sus compañeros más cercanos, nunca con los que están más retirados.

Nunca critiquemos o comentemos detalles sobre el peso, la forma de vestir, el tipo de peinado, o los defectos físicos de otras personas.

Los temas que se indican incomodos son los temas de los que al final se termina hablando en todo tipo de tertulias y sobremesas, por lo que debemos ser prudentes con las opiniones y los comentarios.

Permanezcamos sentados hasta que todos terminen de comer.

El autor es experto en etiqueta y diplomacia.

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