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Crónica Ligera

Que nada cambie lo que sentimos por nuestro país…

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

El domingo 16 de febrero, como toda dominicana, fui hasta mi pueblo natal, Cotuí, a ejercer mi derecho y cumplir con mi deber de votar. No importa la distancia, ni los compromisos laborales, tengo claro las necesidades de mi comunidad y lo que quiero para ella. No estoy dispuesta a que otros elijan por mí, no es cuestión de bandería política, es cuestión de que un pueblo tan rico merece más progreso, más plazas laborales, estabilidad, seguridad y avance para todos, no para una familia o un grupo. ¡Nunca he tenido un puesto público en Cotuí, pero lo amo y me duele! De ahí soy, ahí me formé, ahí están mis raíces y tengo claro que el “agradecimiento es la memoria de la alma”.

Lo nunca visto

Una situación extraña y anormal motivó la suspensión de las elecciones municipales. Agradezco a Dios que todavía me asombro y que hay cosas que aun me sorprenden. Sin embargo, admito que quedé en estado de “shock” al escuchar aquel anuncio y como yo mucha gente. Desde ese instante he sentido un malestar en el alma, un dolor profundo en el corazón y decenas de pensamientos bailan en mi mente. En 46 años esto no había pasado, en mi mala memoria no tengo una referencia de un hecho similar. Me hice a mi misma decenas de preguntas en un instante, también se las hice a otras personas con mayores vivencias y con mucha más experiencia que yo. ¿A quién o a quienes les conviene esto? ¿A dónde nos llevará este acto? ¿Calcularon el daño que esto representa para el país? ¿Pensaron en nuestra reputación? ¿Se midió el costo emocional y económico que representa esta suspensión para todos los dominicanos? Y así me hice muchas otras que quedaron en el aire o simplemente encontraron respuestas en sentimientos de ira, dolor, impotencia y rabia, que muy directamente apunté hacia nuestra clase política, que por ambición por la tajada del pastel, que creen les corresponden, son capaces de atropellarnos y hundir nuestra constitución.

Amor por la Patria

Al pensar en todo lo que estamos viviendo, elecciones suspendidas, manifestaciones acaloradas, vidas perdidas, apagones sin un clara justificación, bombardeo a una vigilia tranquila, violacion a nuestra constitución, etcétera… Trato de reflexionar sin apasionamiento y reconozco que no estamos bajo el poder de una potencia extrajera y quiero seguir creyendo que tampoco bajo una tiranía… Hoy más que nunca, siento la necesidad de expresar el amor que siento por mi pueblo y por mi país, hoy siento que debo cuidarlo más, cómo lo hace una madre ante las vulnerabilidad que enfrenta un hijo. Hoy sigo levantando mi voz en mi trabajo, en las páginas de este diario, en las redes sociales, en las calles, donde lo exija el momento y las circunstancias, porque estoy dispuesta a luchar por mi patria y a defender lo que tanta sangre le costó la sudor, sangre y vida para que viviéramos en democracia.

Respetar las leyes

Dice un refrán: “Las ley entra por casa”. Y si bien aplicamos este es viejo refrán a lo que estamos viviendo los dominicanos este nos manda a pensar en suplir primero nosotros, antes de exigirles a otros, por esa razón nosotros debemos cumplir con las leyes para tener fuerza para protestar y de exigir. ¡Yo no estoy dispuesta a regalar mi país, ni a ser cómplice de las cosas que tanto critico.

Con el favor de Dios nos leemos la próxima semana.

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