George Santos, el congresista de Nueva York que hizo de la mentira su modo de vida
En diciembre, un mes después de los comicios, The New York Times publicó una demoledora investigación en la que se ponía en duda prácticamente todo su currículum
¿Quién es George Santos? Esa es la pregunta que muchos estadounidenses se hacen desde hace meses, cuando el infinito castillo de mentiras que el congresista republicano había construido durante años y que le permitió llegar a la Cámara de Representantes comenzó a desmoronarse.
Este miércoles, las falsedades del político de origen brasileño le han llevado finalmente ante la Justicia, acusado de trece cargos de fraude, lavado de dinero, robo de fondos públicos y falso testimonio por los que se enfrenta a hasta veinte años de cárcel.
Santos llegó a Washington presentándose como el ejemplo perfecto del "sueño americano": un humilde hijo de inmigrantes que fue capaz de alcanzar una exitosa carrera en Wall Street y luego saltar a la política. Además, sería el primer republicano abiertamente gay elegido al Congreso.
El problema es que la mayor parte de su biografía resultó ser falsa, según ha ido sabiéndose en los meses posteriores a su inesperado triunfo electoral en las legislativas del año pasado.
UN CURRÍCULUM MÁS QUE EMBELLECIDO
En diciembre, un mes después de los comicios, The New York Times publicó una demoledora investigación en la que se ponía en duda prácticamente todo su currículum.
Ni había trabajado para los bancos Citigroup ni Goldman Sachs, como él aseguraba; ni había rastro de su paso por la Universidad ni de su supuesto negocio inmobiliario; ni tan siquiera de que la ONG de rescate de animales que decía haber fundado fuese realmente un grupo benéfico.
"Mis pecados aquí están embelleciendo mi currículum. Lo siento", se justificó Santos tras salir a la luz aquellas falsedades y admitir que, efectivamente, no había cursado estudios superiores ni había sido empleado de esas importantes entidades financieras.
Pero en cuanto los medios comenzaron a indagar, rápidamente se supo que las mentiras del legislador de 34 años -elegido en un distrito de Long Island, al este de la Nueva York- iban mucho más allá y que, además, podían estar tapando algunos delitos.
Entre otras cosas, se conoció que años atrás había sido acusado de fraude en Brasil, un delito que supuestamente confesó, pero por el que no fue castigado al no poder ser localizado por la Justicia del país.
También se dispararon las dudas sobre cómo había podido pasar de ser una persona denunciada por impagos de renta en 2015 y 2017 a convertirse para 2021 en supuesto propietario de varios inmuebles, a pesar de haber declarado entre medias modestos salarios y no haber dado cuenta a las autoridades de ninguno de ellos.
En 2019 Santos lanzó una primera campaña fallida para el Congreso presentándose como un gran seguidor de Donald Trump y en ese año y el siguiente pasó por varios negocios fracasados, incluida una firma de inversión que fue acusada por las autoridades de orquestar una estafa piramidal.
Para cuando llegaron los preparativos para las siguientes elecciones, Santos aparentemente tenía dinero de sobra para prestar a su campaña importantes cantidades de dinero y dar cuenta de grandes ingresos procedentes de su empresa, la Devolder Organization, una firma de la que apenas hay rastro público y de la que se desconocen clientes.
Durante la campaña, además, dejó comportamientos cuando menos sospechosos en lo financiero, por ejemplo, anotando entre sus gastos electorales hasta 37 cargos de exactamente la misma cantidad, 199,99 dólares, por todo tipo de servicios, desde material para oficina a hoteles y viajes en Uber.
El monto es, precisamente, un centavo menos del que obliga a los candidatos a presentar recibos al órgano que supervisa las elecciones.
MENTIRAS DE TODO TIPO
Las falsedades de Santos, sin embargo, nunca se limitaron a lo profesional, pues en entrevistas y otras apariciones fue dejando toda una retahíla de declaraciones que se han ido demostrando como totalmente fabricadas.
Mentiras aparentemente inocentes, como cuando dio numerosos detalles sobre sus éxitos en el equipo de voleibol de una Universidad a la que luego se supo que ni siquiera asistió, o cuando aseguró repetidamente que su madre se encontraba trabajando en las Torres Gemelas durante los ataques del 11S, cuando en realidad en aquellos años estaba viviendo en Brasil.
Pero también otras con más motivaciones, como el hecho de que mintiese diciendo ser descendiente de judíos que habían escapado del Holocausto precisamente cuando buscaba la elección en un distrito con una importante comunidad de ese origen.
Todo ello llevó finalmente a la sección local del Partido Republicano a distanciarse de él, pero en Washington sus correligionarios no han hecho nada para expulsarle de un escaño en el que Santos ha prometido continuar.
Hasta ahora, incluso después de su detención e imputación hoy, los republicanos han indicado que no tienen previsto tomar medidas.