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Viejos rituales hacen que se sientan indestructibles ante ataques de al-Qaida

Antoine Ouedraogo no salió corriendo cuando extremistas islámicos mataron a compañeros que estaban a escasa distancia. Este combatiente de 53 años simplemente pronunció una palabra secreta y se hizo invisible.

Padre de 17 hijos, un expolicía que ahora combate extremistas como parte de un grupo paramilitar local, dice que una medicina secreta que tomó de niño lo sigue protegiendo de las balas y los machetes.

“De adultos, todavía tenemos la medicina dentro nuestro”, afirmó. “Incluso ahora, si pasa algo, puedo desaparecer”.

Combatientes como Ouedraogo depositan su fe en prácticas espirituales antiguas para que los protejan de ataques de elementos de al-Qaida y la organización Estado Islámico, en los que murieron miles de personas y que desplazaron a más de un millón. Viejas tradiciones dicen que las plantas, los animales y objetos rituales, mezclados con versos de los textos sagrados, pueden proteger a quienes van a la guerra.

“Van al combate sabiendo que hay poderes y espíritus sobrenaturales que pueden llamar en cualquier situación”, expresó Jean Celestin Ky, profesor de historia de la Universidad Joseph Ki-Zerbo de Ouagadougou.

La gente cree en estos poderes desde el mismo origen del tiempo y esa creencia sigue siendo fuerte en Burkina Faso pues es pasada de generación en generación, según Ki-Zerbo.

Algunos dicen que es una creencia basada en el animismo, la creencia de que todas las cosas, desde rocas y árboles hasta animales y sitios, tienen un espíritu. Aproximadamente el 15% de la población de Burkina Faso se describe como animista, según un informe del Grupo de Crisis Internacionales, que dice que esa creencia es bastante fuerte en este país de mayoría musulmana.

Algunos antropólogos sostienen que, al margen de su origen, estos rituales reflejan la naturaleza humana cuando enfrenta la violencia.

“Estos combatientes enfrentan riesgos increíbles, que a menudo no comprenden y no pueden controlar. Es difícil imaginarse a nadie en esa posición que no apele a un complejo sistema de creencias y, a veces, a cosas mágicas para sentirse a salvo y comprender su lugar en el mundo”, manifestó Danny Hoffman, director del Programa de Estudios Africanos de la Escuela Jackson de Estudios Internacionales en la Universidad de Washington. Hoffman estudia a los combatientes que usan protecciones espirituales en la guerra civil de Sierra Leone.

Los combatientes de Burkina Faso se mostraron renuentes a hablar del proceso y de las plantas que emplean, diciendo que son secretos que no comparten ni siquiera con sus familiares.

Pero contaron que una forma de ser “a prueba de balas” es mezclar 13 plantas, insertar la pasta resultante en la comida y comerla desde un hoyo en la tierra. La comida se prepara con agua en la que estuvo sumergida una flecha de metal por 72 horas. La idea es que, dado que la flecha es un metal, una persona será protegida del calor de una bala si es herido.

Mucha gente se enteró de estas prácticas durante la niñez, pero no las ensayó hasta que llegaron los yihadistas hace algunos años.

Soumaila, un combatiente voluntario de 19 años que colabora con el ejército en zonas rurales, dijo que se inició en estas prácticas cuando los yihadistas atacaron su pueblo en el norte del país.

Antes de entregarle un arma, los líderes comunitarios le dieron a Soumaila y a otros combatientes brazaletes, anillos y ropas especiales que teóricamente impiden que sufran heridas graves o mueran, según dijo. La AP usa solo su nombre de pila para proteger su identidad, pues temía represalias por hablar con la prensa.

Soumaila sobrevivió a al menos diez encuentros con los yihadistas en el último año y medio, y lo atribuye a una chaqueta hecha a medida que según él rechaza las balas. Cuesta casi 90 dólares, una fortuna en las zonas rurales de Burkina Faso.

“Cuando vas al combate y sobrevives, y no te pasa nada, te das cuenta de que la chaqueta te protege”, declaró. “Si no tuviésemos esta protección, no nos animaríamos a ir al combate”.

Hecha de algodón por un sastre local que estudió el Corán por más de una década en La Meca, la chaqueta es sumergida en agua cuando parte y tiene varias frases en árabe escritas en cuero animal cosido a la prenda. A veces incluye el nombre del dueño de la chaqueta y otras escrituras que los dueños no quieren revelar porque la prenda puede perder sus poderes. Ser fotografiados con la chaqueta también puede provocar la pérdida de sus poderes, según Soumaila.

Algunos líderes religiosos temen que los rituales pueden provocar una sensación de seguridad falsa.

“Puedes morir por confiar demasiado en esos poderes”, expresó Ali Kamena, el imán de la capital. “Es como si tú causases tu propia muerte”.

Sostuvo que la práctica era un ritual “satánico” porque el Corán dice que si alguien necesita protección, debe pedírsela a Dios. Cualquier otra cosa, señaló, es idolatría.

Para algunos combatientes, las creencias trascienden la religión. Los dozos, cazadores que se vieron involucrados en el conflicto, creen que pueden confiar en los poderes de sus ancestros. Se pueden recibir protecciones espirituales si alguien es una buena persona, cree en el proceso y se somete a un ritual de iniciación.

Los dozos combaten junto al ejército y muchos de ellos se quejan de que no reciben equipo adecuado.

Soumaila dijo que, si el ejército le suministrase equipo protector, lo usaría.