Norte de Italia bajo presión otra vez por repunte de COVID

EN EL HOSPITAL SAN PAOLO DE MILÁN SE REABRIÓ UN PABELLÓN EQUIPADO CON RESPIRADORES ARTIFICIALES EXCLUSIVO PARA PACIENTES DE COVID-19

Un hombre se somete a una prueba de hisopo para detectar el coronavirus en un sitio de pruebas de manejo del hospital italiano. Foto: Tiziana Fabi/AFP.

Un hombre se somete a una prueba de hisopo para detectar el coronavirus en un sitio de pruebas de manejo del hospital italiano. Foto: Tiziana Fabi/AFP.

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Colleen Barry/APMilán, Italia

Las infecciones de coronavirus han comenzado a subir nuevamente en la región del norte de Italia donde la pandemia estalló por primera vez en Europa, colocando presión otra vez sobre hospitales y trabajadores del sector salud.

En el Hospital San Paolo de Milán, se reabrió durante el fin de semana un pabellón equipado con respiradores artificiales exclusivo para pacientes de COVID-19, una señal de que la ciudad y la región de Lombardía ingresan nuevamente en otra fase de emergencia relacionada con la pandemia.

La región fue la más azotada de Italia durante la primavera, cuando el país mediterráneo pasó varias semanas como la nación con mayor número de muertos por COVID-19 a nivel mundial antes de ser rebasada por Estados Unidos. Para el personal médico de Lombardía que luchó contra el virus la primera vez, el pronosticado rebrote llegó demasiado pronto.

“A nivel psicológico, debo admitir que no me he recuperado”, dijo la enfermera Cristina Settembrese, refiriéndose al periodo entre marzo y abril en donde la región representó una tercera parte de las infecciones confirmadas de toda Italia y casi la mitad de sus muertes por COVID-19.

“En los últimos cinco días, estoy viendo a muchas personas que son hospitalizadas y que necesitan respiración asistida”, dijo Settembrese. “Estoy reviviendo la pesadilla, con la diferencia de que el virus es menos letal”.

Meses después de que Italia relajó uno de los confinamientos más estrictos del mundo, el país registró el miércoles su mayor número de casos diarios con 7.332, rebasando el récord previo de 6.557 durante la fase más letal de la epidemia en marzo.

Lombardía nuevamente encabeza a la nación en infecciones, evocando los traumáticos meses de primavera en que las sirenas de las ambulancias perforaban el silencio de las ciudades paralizadas.

El gobierno italiano ansía evitar otro cierre a nivel nacional para proteger a su economía, pero no ha descartado el cierre de ciudades o provincias.

El incremento de pruebas de diagnóstico es, en parte, responsable del reciente aumento de casos confirmados, además de que muchos de los que han arrojado positivo son asintomáticos. Hasta ahora, las tasas de mortalidad diarias por COVID-19 en Italia están muy por debajo de los máximos registrados en la primavera, rondando los 40 decesos al día en las últimas fechas. La cifra está muy por debajo del récord de 969 fallecimientos en un sólo día de finales de marzo.

En respuesta al brote actual, el gobierno del primer ministro Giuseppe Conte ordenó que se endurecieran las restricciones a nivel nacional dos veces en una misma semana. A partir del jueves, los italianos tienen prohibido participar en actividades deportivas informales y casuales; bares y restaurantes deben cumplir un toque de queda a la medianoche, y se prohíben las celebraciones privadas en espacios públicos. El uso de mascarillas es obligatorio en espacios abiertos desde la semana pasada.

Pero también existe una creciente preocupación entre doctores de que Italia desperdició los avances que logró durante su cierre de 10 semanas, y no actuó lo suficientemente rápido para reimplementar las medidas. También hay temores de que la creciente presión sobre los hospitales obligue a aplazar cirugías y revisiones médicas programadas, creando una emergencia de salud paralela, como ocurrió durante la primavera.

Italia no es el único país de Europa con un repunte de casos confirmados. El presidente de Francia Emmanuel Macron anunció el miércoles que 18 millones de personas que habitan en nueve regiones del país, incluyendo París, deberán cumplir con un toque de queda a partir del sábado y hasta el 1 de diciembre, en un intento de frenar el aumento de nuevos contagios.

Macron también reinstaló el estado nacional de emergencia de salud que culminó hace tres meses. Francia tiene un total de 798.000 infecciones confirmadas y casi 33.000 decesos, mientras que los pacientes de COVID-19 ocupan una tercera parte de las camas de cuidados intensivos a nivel nacional.