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REPORTAJE

Nuestra salud está en peligro, y la industria del bienestar quiere llenar el vacío

Todos tenemos nuestras estrategias de afrontamiento, algunas más productivas que otras. Últimamente, he descubierto una forma perversa de escapismo al visitar los perfiles de Instagram de influentes del bienestar —nutriólogos intuitivos, alquimistas adaptogénicos, evangelizadores del estilo de vida vegetariano— para ver cuánto bienestar conservan ahora.

En pocas palabras, están radiantes. Miranda Kerr, la modelo que se convirtió en emprendedora de la industria de los cosméticos orgánicos, posa con una manzana mordida en un jardín frondoso y optimiza su cuarentena al invertir “más tiempo en mi rutina para el cuidado de la piel y haciéndome una mascarilla todos los días”. Jordan Younger, quien publica blogs bajo el seudónimo de Balanced Blonde, informa sobre su “ayuno con agua” de 14 días, y les aconseja a sus seguidores que “miren a su interior” pues “este momento en la Tierra está sucediendo PARA nosotros y no CONTRA nosotros”. Y Amanda Chantal Bacon, gurú de vida que vende suplementos naturales con su empresa Moon Juice, está resguardada dentro de una bata de baño blanca, sosteniendo una taza en una mano y un bebé en la otra, su mirada beatífica enmarcada por la elegante caída de su cabello.

El pie de foto es fascinante. Bacon reunió una variedad de emoticonos —un hongo, un planeta anillado, un ajo, la doble hélice del ADN, una barra de jabón con espuma, el símbolo del yin y el yang— para sugerir un sórdido vínculo entre lo científico y lo místico. Presenta su sabiduría como una “entusiasta de la inmunomodulación”, desaconseja “el azúcar, las peleas, el alcohol, el miedo, los alimentos procesados, el aislamiento y la inactividad” y, en su lugar, promueve la vitamina C liposomal, la acupuntura, el caldo, las duchas frías de un minuto y el consumo de distintos adaptógenos, una categoría de suplementos herbales que afirman proteger el cuerpo de factores estresantes, que Moon Juice convierte en polvo y vende a 38 dólares por frasco de 45 mililitros.

No hay nada como una pandemia para aclarar la distinción entre el bienestar y la salud real. Muchos estarán de acuerdo con que nuestra salud colectiva no está en su mejor momento. Sin embargo, según la lógica publicitaria del bienestar, esta situación puede representar no solo una pérdida de vidas y subsistencia, sino también una oportunidad. Con los textos motivacionales correctos y los productos cuasi medicinales, los individuos bien posicionados se sienten empoderados para replantear su cuarentena como una incubadora de actualización personal, una oportunidad no solo para eludir al virus mismo, sino para alcanzar su mejor condición física, mental y espiritual.

Estos esfuerzos tienen algo de abominable. Incluso cuando no hay una pandemia en pleno apogeo, la sola idea de que una persona esté promocionando un ayuno de 14 días me hace querer llamar a la policía. No obstante, los evangelizadores del bienestar han intuido que el momento actual es una paradoja real: mientras nuestro sistema de salud claudica ante la presión del virus, y los ciudadanos están aislados en sus casas, el cuidado personal jamás se ha sentido más urgente.

El virus tiene el poder de matar a las personas que infecta y de infundir estrés, aflicción, soledad y desesperanza en las que no ha infectado. “La ansiedad es lo más agobiante de todo esto”, dijo el gobernador de Nueva York Andrew Cuomo en una sesión informativa reciente. Las empresas de estilo de vida nos invitan a recuperar una sensación de control, aunque solo sea con los nutrientes que consumimos, las buenas prácticas de higiene y la permanencia en nuestros apartamentos.

En las últimas semanas, parece que todo el internet ha recurrido al bienestar. Los actores se han transformado en instructores de cocina casera; las estrellas de pop guían meditaciones; los blogueros de la moda promocionan ropa para quedarse en casa como parte de sus patrocinios. La pareja de la farándula, Kumail Nanjiani y Emily V. Gordon, ha producido un pódcast llamado “Staying In with Emily and Kumail”, acerca del proceso de adaptarse a una vida en interiores con la ayuda de un Nintendo Switch. La sociedad busca consejos de cuidado personal en las presentaciones de Power Point de Cuomo y en las palabras de una ermitaña que ha vivido en un pueblo minero abandonado desde hace 50 años. Estoy haciendo yoga por primera vez en mi vida, acabo cada día inclinando la cabeza y susurrando “namasté” frente a mi instructor virtual.

Estas guías de autoayuda en tiempos de coronavirus ofrecen consejos sobre cómo mantener la salud mental y las relaciones durante la cuarentena. Sin embargo, algunos practicantes del bienestar están yendo más allá.

Todos, desde Gwyneth Paltrow hasta Tom Brady están promoviendo un suplemento de “apoyo inmunitario”, que casi parece suponer la inmunidad contra el virus. Hace poco, Kerr fue humillada públicamente por compartir una guía de “protección contra el virus” de un “médium médico” que se autoproclama como el líder del “movimiento global del apio”. Por otro lado, Bacon fue criticada por publicar una guía de “inmunidad” que entremezclaba consejos para lavarse las manos con productos de Moon Juice como Power Dust y Spirit Dust.

Sin embargo, con un mensaje ligeramente retocado, estos mismos influentes han sido elogiados por su respuesta a la epidemia. Moon Juice organizó un sorteo por el coronavirus en su cuenta de Instagram, en el que envía “inmuno-paquetes” a gente que hace entregas a domicilio o trabaja en residencias de ancianos; hace poco, Kerr donó un montón de sueros faciales con “vitamina C” de su marca a trabajadores del sector salud en el Centro Médico Ronald Reagan de la Universidad de California en Los Ángeles, y luego compartió en su perfil publicaciones de agradecimiento de las enfermeras.

Con un dominio firme del léxico estrafalario, una marca es capaz de sacar provecho de la crisis sin decir una sola palabra. La “pièce de résistance” de la publicidad del coronavirus es quizá esta publicación de Moon Juice del 24 de marzo, la cual ofrece una perspectiva cósmica de la situación: “Esta luna nueva nos ofrece una cita con el destino. Se nos está llamando a dar vida a una nueva versión de nosotros, mientras el mundo se transforma a nuestro alrededor. Incineremos la resistencia y bailemos con lo desconocido”. Concluía: “Estamos descubriendo cuán resilientes somos”.

El texto venía seguido de la receta de un batido de leche caliente y café con polvo de Cordyceps, un “superhongo bioactivo”, que según Moon Juice “se dice que aumenta la motivación y la resistencia, y reduce el cansancio”.

Antes, el contenido relacionado con el bienestar solo aludía a una especie de necesidad espiritual, pero ahora ha demostrado ser realmente crucial. A Moon Juice le gusta decir que ofrece productos de “cuidado personal para el cuidado comunal”, y aunque parezca descabellado imaginar que ponerle una cucharada de hongos molidos a nuestro café puede beneficiar a nuestra comunidad de alguna manera, en este caso, la idea está muy cerca de ser técnicamente correcta.

Es cierto que la salud pública depende de los esfuerzos de cada individuo para sobrellevar el aislamiento, y si te ayuda echarle polvo de hongos a una bebida, qué mejor. El optimismo de este tipo de contenido raya en lo delirante, pero se nos ha dicho que no dejemos que decaiga el ánimo. Es probable que la industria del bienestar sea egocéntrica en lo fundamental, pero se nos perdona mirar nuestros propios ombligos cuando no hay mucho más que ver.

Aun así, hay algo inquietante acerca de la astuta manera en que se tradujo la crisis a una lógica publicitaria. Cuando una flota de blogueros de estilo de vida transformó una advertencia de salud pública en un ejercicio sinérgico —cada uno levantó una pancarta que informaba a sus audiencias con la caligrafía florida de los influentes: “Quédate en casa por la gente que amas. ¡Sé solidario! Lávate las manos. ¡Aplanemos la curva!”—, seguro pensaron que estaban usando sus plataformas para el bien. No obstante, también estaban ayudando a reafirmar la reorganización de la comunidad en sus muchos cultos a la personalidad.

Estamos viviendo en una realidad alterna en la que el presidente de Estados Unidos está promoviendo curas no comprobadas para el virus en televisión, pero Paltrow apareció en Instagram con un cubrebocas más de un mes antes de que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades recomendaran que todos los usaran. La salud quizás escasea, pero el bienestar todavía está disponible.