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COVID-19

Qué se siente regresar a casa y vivir bajo el estigma del coronavirus

Frank King ha recibido amenazas de muerte. Le han marcado tantos desconocidos molestos durante las últimas semanas que cambió su número de teléfono. Y sus vecinos han acordado llevarle comida a su puerta si acepta quedarse en casa.

“Tengo un nuevo respeto por el sufrimiento de los parias”, dijo King, que estaba entre los 650 estadounidenses que regresaron a su país el mes pasado luego de estar encerrados durante más de una semana en un crucero que en un inicio ningún país dejó atracar por temor al coronavirus.

Se dijo que una persona de ese barco, el Westerdam, por un momento salió positiva en unos análisis que se le hicieron camino a casa, lo que desató el pánico a nivel internacional. En los días subsiguientes, 1580 tripulantes y viajeros salieron negativo en las pruebas, incluyendo King. Sin embargo, King ha sido el objeto de ira debido a su decisión de volar a casa antes de haber recibido los resultados de las pruebas.

Las fuertes críticas que ha recibido ilustran la rapidez con que la presión social puede agredir a las personas que se cree ponen en peligro la salud pública, incluso si no son una amenaza real.

Conforme el virus se propaga, un número creciente de personas en todo el país está viviendo bajo la sombra de haber estado en contacto con la enfermedad, sin importar cuán remotamente. Algunos han sido abandonados por viejos amigos y vecinos. Las niñeras de otros han renunciado de la nada. Otros más, como Christina Kerby, han sido humillados por comprar su comida en público, incluso después de que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades les dieran la luz verde para moverse a su antojo.

“Estoy sintiendo de primera mano los efectos del estigma”, dijo Kerby, una pasajera del Westerdam que ha recibido mensajes furiosos en Twitter de desconocidos que creen que debería quedarse en cuarentena en su casa.

“Se necesita de un incidente así para que alguien se dé cuenta de quiénes son sus verdaderos amigos y parientes”, sostuvo Michael Parry, otro pasajero del Westerdam que dijo que un familiar le retiró la invitación a un baby shower que habría después de su regreso.

Al parecer los insultos más mordaces estaban dirigidos a aquellos que se pensaba estaban haciendo peligrar la salud del público por no aislarse de manera adecuada.

Jeri Seratti-Goldman, una pasajera que fue evacuada del crucero Diamond Princess que transportó a cientos de pacientes de coronavirus, incluyendo a su esposo, ha recibido muchos mensajes de aliento, pero también muchos correos llenos de odio en los que la acusan de haber llevado el virus a Estados Unidos a sabiendas de la situación.

“La manera principal en que pensamos sobre el riesgo es a través de nuestros instintos”, dijo Paul Slovic, profesor de psicología de la Universidad de Oregon, quien también es presidente de Decision Research, un instituto que estudia la toma de decisiones y el riesgo. “La manera moderna de lidiar con el riesgo es a través de la ciencia y las estadísticas. Sí podemos pensar de ese modo, pero es difícil lograrlo”.

Las personas tienden a reaccionar más fuertemente contra los riesgos que no pueden controlar, dijo Slovic, y agregó que, debido a que el nuevo coronavirus puede ser transmitido por personas que no muestran síntomas, se activa una “mayor sensación de miedo”.

Jane Futcher, una pasajera del Westerdam de 72 años, dijo que una amiga cercana del área de San Francisco se rehusó a dejarlas a ella y su pareja quedarse a dormir la noche que regresaron a Estados Unidos.

“Eso me dolió un poco, sobre todo porque estábamos tan cansadas”, dijo Fucher, que mejor se quedó en un hotel. “Me recordó a los viejos días de la epidemia del sida cuando la gente no sabía si se podía tocar a alguien enfermo”.

Después de que se permitió que el Westerdam atracara en Cambodia, King, un monologuista que dio funciones en el crucero, se encargó él mismo de conseguir su vuelo de regreso a casa. Abordó un avión comercial el mismo día que le tomaron la muestra para los análisis de coronavirus, pero antes de recibir los resultados.

Holland America, la compañía de cruceros que opera el Westerdam, dijo que los huéspedes debían esperar sus resultados antes de subirse a un avión. Pero King dice que un miembro de los CDC le dijo que no había razones para que no se fuera a su casa ya que no presentaba síntomas y no había viajado por China continental.

“Ojalá le hubiera dicho, ‘¿Me lo pones por escrito?’”, dijo. “Si el caballero de los CDC hubiera dicho, ‘Mira, debes quedarte’, ahí estaría sentadito. No voy a poner en peligro a los demás”. Una vocera de los CDC dijo que no podía confirmar ni negar su versión de los hechos.

Desde su regreso, la gente le ha enviado mensajes diciéndole que esperan que se muera de influenza. Una persona muy enojada prometió arruinarle su carrera de comediante y asegurarse de que nadie lo volviera a contratar.

“La gente le está haciendo la vida imposible a mi esposa, le preguntan: ‘¿Ahora sí ya se arrepiente?”, dijo King, que al principio no quiso ser entrevistado pero terminó contando su historia. Aunque desde entonces los CDC declararon que los pasajeros del Westerdam eran de “bajo riesgo”, dijo, “me siento mal por haber asustado a la gente”.

King dice que la ventaja es que se ha vuelto mucho más consciente de las dificultades que viven los adolescentes que son acosados en línea. Además del correo de odio, también ha recibido mensajes de apoyo tanto de amigos como de desconocidos. Un veterinario no le quiso cobrar solo porque le había estado yendo mal.

“Los actos de bondad me han hecho llorar”, dijo.