en guayabal, azua
San Benito de Palermo mantiene vivos los ramos, la comarca y el baile de las flores
Este es el único lugar en República Dominicana donde existe la devoción a este santo. Las novenas, que comenzaron el día 12 de marzo, concluyen este sábado 22. Las salves son cantadas a san Benito hasta el 31 de marzo.

María Morillo y María Estela en el proceso de elaboración de los ramos en honor a san Benito.
En esta comunidad ubicada en la falda de la Cordillera Central, entre lomas y frío, se celebra todos los años en este mes de marzo la fiesta en honor a san Benito de Palermo, único lugar en la República Dominicana donde existe la devoción a este santo.
Los ramos multicolores en su honor, que se colocan en el techo de la ermita, comienzan a elaborarse a partir del mes de noviembre del año anterior por las mujeres devotas que finalizan el proceso en el mes de marzo, que es cuando empiezan las novenas, hasta el día 31.
Más de quince mujeres se colocan cada tarde en la ermita para ir pegando con el almidón de harina las cajas revestidas de papel vejiga y secarlas al sol por tres días. Ya secas se inicia el doblado de las tiras de papel vejiga con el papel brillante, mientras en una de sus manos tienen el almidón que seguirá sellando el papel.

Altar dedicado a san Benito y sus amigos, en Guayabal.
El techo de la ermita también está adornado con banderas o pañuelos de diferentes colores con sus respectivos nombres que pertenecen a los devotos “abanderados” y los donan al altar con el objetivo de cumplir promesas por su salud.
María Morillo, María Estela Lebrón y Jesusa Morillo, además de elaborar los ramos son parte de la organización de la actividad junto a la dueña del santo, Amalfi Morillo, quien sustituyó a María Altagracia Mata Romero (Tagó) luego de su fallecimiento.
Amalfi, sus hijas y los devotos no se cansan del ajetreo que conlleva esta responsabilidad, además de la elaboración de las comidas colectivas que durante esos días sirven a los que participan con fervor en esta celebración y que consiste en sancocho con diferentes carnes obsequiadas por algunos devotos, chenchén, arroz, guandules y carne; ensaladas verde y rusa, chocolate, chacá, arroz con dulce, entre otros platos que ofrecen los que cumplen promesa para los que asisten a esta manifestación.

María Morillo, María Estela Lebrón, Xiomarita Pérez y Jesusa Morillo frente al altar dedicado a san Benito y sus amigos, en Guayabal.
Luego de la novena del 22 los devotos levantan los santos del altar que están en la ermita y en el calvario, que está afuera. Se escuchan voces: ¡Levanten los santos y vámonos!
¡Vamos al calvario! ¡ay vámonos!
¡Digan Dios te salve y vámonos!
¡Levanten los santos y vámonos!
Son cánticos de alabanza que interpretan los devotos de san Benito y los santos amigos cuando van a iniciar el recorrido.

El baile de las flores, interpretado por niñas que asumen el legado de la tradición en honor al santo. Lo realizan el día 22 de marzo, luego de bailar los santos.
Cada persona lleva un santo. Se escuchan los toques de la comarca, danza liborista, y Porfirio Valenzuela “Vida”, con el acordeón se inicia el paseo para subir en penitencia a Gajo de la Cruz y orar por los fieles cristianos.
Gajo de la Cruz está en la loma Gajo Alto, a unos 1,000 metros de altura. De allí se divisa el poblado.
Van cantando y tocando durante más o menos una hora, luego bajan, hacen el recorrido por algunas casas de los miembros devotos de la cofradía para terminar en la ermita donde “bailarán” los santos hombres y mujeres a ritmo de comarca y luego depositarlos en el altar de la ermita, los que permanecerán allí hasta el próximo año.
Además de san Benito de Palermo, los santos amigos que se bailan son: san Antonio, san Martín de Porres, san Santiago, santa Lucia, Divino Niño Jesús, Virgen de la Altagracia, el Espíritu Santo, La Milagrosa, santa Clara san Gregorio, san Ignacio y san Miguel.

Los ramos cuelgan en la enramada ubicada al lado de la ermita.
Aunque esta tradición es matriarcal, los hombres colaboran en lo que se les asigna y cumplen sus promesas. Hace varios años que el acordeonista Nieves Cuello, (padre del también acordeonista Jonny Herrera), Félix Morillo, Lela Morillo, Patria Sánchez y Tagó fallecieron. Todos fueron parte de esta tradición oral.
Los niños y los jóvenes que van creciendo ya tienen en su memoria que son parte de ese legado para mantenerlo vivo y el “baile de las flores” es el ejemplo más fehaciente, cuando el día 22, luego de los adultos bailar los santos, después de las 3:00 de la tarde, las niñas, jóvenes y adultas bailan en círculo, con una pucha de flores en una de sus manos, frente al altar de la ermita, donde está la efigie de san Benito con sus santos amigos, porque a este santo le encantan las flores.