UROLOGÍA

Hay tratamiento para la incontinencia urinaria

La incontinencia es más frecuente en la mujer debido a particularidades anatómicas de la uretra femenina. iStock

La incontinencia es más frecuente en la mujer debido a particularidades anatómicas de la uretra femenina. iStock

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Juan L. Félix GonzálezSanto Domingo, RD

La incontinencia urinaria se define como la pérdida involuntaria de orina. Es una condición muy prevalente, que afecta a 200 millones de personas en el mundo.

Es tres veces más frecuente en la mujer, debido a particularidades anatómicas de la uretra femenina, que es más corta que la del hombre, y también a la configuración tubular de la musculatura de su suelo pélvico. De hecho, el 25% de las mujeres admite pérdidas de orina de forma regular o en algún momento de sus vidas.

Los hombres también pueden padecer de incontinencia, especialmente aquellos que han sido sometidos previamente a procedimientos quirúrgicos de la próstata, uretra o vejiga.

La edad es definitivamente un factor de riesgo: a partir de los 65 años las tasas de incontinencia aumentan de forma lineal año tras año, considerándose uno de los síndromes geriátricos más prevalentes que, si bien no supone un riesgo vital, deteriora dramáticamente la calidad de vida, limitando la autonomía y afectando la autoestima del adulto mayor.

A pesar de su notable frecuencia, es un problema muy poco consultado, presumiblemente debido a temas de pudor personal o por ser asumido como un proceso normal del envejecimiento. Muchos pacientes mitigan el asunto mediante el uso de absorbentes desechables, como pañales o compresas, restándole importancia y demorando su solución.

Otros factores de riesgo para la aparición de la incontinencia, aparte de los ya mencionados -edad y sexo femenino- son la obesidad, condiciones médicas que desencadenan tos crónica y persistente (como el asma, el enfisema y otras enfermedades pulmonares), los embarazos múltiples, en especial aquellos con trabajo de parto prolongado o traumático, la menopausia, la raza blanca, las cistitis a repetición, las cirugías uroginecológicas previas, el estreñimiento crónico, enfermedades que debilitan el tejido conectivo, el tabaquismo, ciertas enfermedades neurológicas de origen traumático o degenerativo y algunos factores hereditarios.

La incontinencia genera un impacto negativo en varios aspectos de la vida diaria, afectando la interacción social, la salud psicológica, la vida sexual, laboral y doméstica. Es común que los pacientes incontinentes tengan sentimientos de culpabilidad, baja autoestima, apatía y depresión. También es habitual observar problemas de pareja, debido a la evitación voluntaria de las relaciones sexuales. Con frecuencia vemos que los pacientes necesitan modificar su conducta cotidiana, requiriendo de numerosas visitas al baño durante el día para cambiarse de vestimenta, también precisan lavar su ropa de cama con mucha asiduidad, reducen su repertorio de actividades deportivas, disminuyen su rendimiento laboral, etcétera.

Tipos de incontinencia

La clasificación más aceptada de la incontinencia se basa en su etiología o causa:

De esfuerzo: es la pérdida de orina originada por esfuerzos que aumentan la presión intrabdominal, como toser, estornudar, reír, correr, levantar pesos, etc. Se debe casi exclusivamente al debilitamiento del tejido de sostén uretral, y es el segundo subtipo más común en pacientes envejecientes. Representa el 50 % de las incontinencias en mujeres entre los 60 y 75 años.

De urgencia: es aquella que ocurre inmediatamente después de un deseo súbito, intenso e incontrolable de orinar (urgencia). Puede deberse a enfermedades neurológicas que afectan directamente a los nervios encargados de facilitar el llenado de la vejiga, y también a sustancias irritantes que alteran el urotelio (café, té, chocolate, alcohol, tabaco y un sinnúmero de fármacos, entre los cuales destacan varios antidepresivos y diuréticos). Es el subtipo más común en mujeres mayores de 75 años.

Mixta: combina ambos componentes, esfuerzo y urgencia. Hasta un 35 % de los pacientes que acuden a consultar por incontinencia padecen este subtipo.

Por rebosamiento: es la pérdida que sucede por tener grandes volúmenes de orina acumulados en la vejiga. Es típico de pacientes con hipertrofia prostática avanzada y complicada, vejigas neurógenas, pacientes con mal de Alzheimer o enfermedad de Parkinson (aunque estos también pueden presentar otros subtipos ya mencionados).

Continua: es una pérdida constante y muchas veces inadvertida; es propia de las fístulas uretrales y otros defectos importantes de la pared uretral.

Enuresis nocturna: pérdidas inadvertidas durante el sueño.

Incontinencias ocasionales: como el llamado goteo postmiccional y la incontinencia postcoital.

Cómo se diagnostica

Para diagnosticar la incontinencia se requiere un minucioso interrogatorio, acompañado de cuestionarios estandarizados que resultan ser muy informativos. Se indaga acerca de los factores de riesgo que hayan podido originar el cuadro, cómo el problema afecta la calidad de vida y los recursos a los que haya podido recurrir el paciente para combatir sus pérdidas.

El examen físico es igual de importante. Se realiza con la vejiga llena, identificando escapes con la tos, hipermovilidad uretral, defectos intrínsecos de la pared uretral, cicatrices o masas pélvicas. Idealmente, realizamos una ecografía antes y después de orinar, pruebas analíticas generales y exámenes de orina.

Tratamiento de la incontinencia

El tratamiento de la incontinencia es multimodal, y depende de las condiciones médicas preexistentes, las preferencias del paciente y el balance riesgo/beneficio de cada terapia.

El manejo conservador es útil para las incontinencias leves y moderadas. Consiste en la modificación del entorno de vida, reduciendo, por ejemplo, las barreras físicas que dificultan la llegada al baño y facilitando medidas que agilicen los cambios de ropa o absorbentes, cambios en el hábito corporal y alimenticio orientados a la pérdida de peso y a la eliminación de ciertos detonantes de la incontinencia (tabaco, café, alcohol), la instauración de forma regular y continua de un programa de ejercicios de rehabilitación del suelo pélvico y también de un horario miccional particular. A veces, medidas tan simples como reducir la ingesta de líquidos en la tarde-noche mejora mucho la pérdida de orina nocturna; y el control de las infecciones urinarias mejora sustancialmente la urgencia miccional. Existen medicamentos que, bien indicados, controlan con eficiencia la urge-incontinencia.

Para las incontinencias severas se prefiere la cirugía, y la técnica dependerá del subtipo de incontinencia y de las condiciones físicas del o de la paciente.

Rehabilitación del suelo pélvico

Se entiende como rehabilitación del suelo pélvico al conjunto de técnicas dirigidas a mejorar el tono de la musculatura del diafragma de la pelvis, favoreciendo un mejor soporte y resistencia de las estructuras pélvicas, con el objetivo de lograr una respuesta rápida, controlada y coordinada a la contracción voluntaria del sistema esfinteriano. Los ejercicios del suelo pélvico han demostrado tasas de curación de la incontinencia de hasta un 91 %, siendo más útiles en los subtipos de esfuerzo y mixta. Son efectivos sin importar si pérdidas urinarias tienen un origen ginecológico, urológico o neurológico.

Los ejercicios más conocidos para fortalecer la pelvis son los ejercicios de Kegel, que consisten en la contracción repetitiva de los músculos pubococcígeos, el esfínter de la uretra, los abdominales y los multífidos. Es muy sencillo realizarlos; pueden llevarse a cabo en prácticamente cualquier circunstancia y momento del día y los beneficios típicamente se observan a partir de la 6ta semana de una rutina diaria.

Sistema innovador para fortalecer la pelvis

Existe hoy una innovadora tecnología que aplica la energía electromagnética focalizada de alta intensidad para el fortalecimiento rápido y duradero de la musculatura pélvica y el tratamiento de la incontinencia. Es el primer dispositivo de su tipo aprobado por la FDA, tanto para hombres como para mujeres. Es un sistema no invasivo, no doloroso, de fácil aplicación y con muy pocas contraindicaciones.

El equipo, llamado Emsella, consiste en una silla que incorpora un aparato de energía electromagnética de alta intensidad para activar a los nervios motores de la pelvis. En una sola sesión de 30 minutos se consiguen 12,000 contracciones musculares pélvicas supramáximas, de altísima calidad, lo que equivale a un trabajo de unos 100 días con los ejercicios de Kegel. No requiere tiempo de recuperación tras la terapia. El paciente está cómodo en su sillón de tratamiento, y mientras lee una revista el sistema realiza todo el proceso de forma indolora, casi imperceptible, pudiendo la persona reincorporarse a sus actividades habituales sin inconvenientes. Ni siquiera es necesaria una ropa especial para cursar la terapia.

Esta tecnología es útil en la incontinencia de esfuerzo, la incontinencia mixta, la incontinencia fecal y de gases, el dolor pélvico crónico, ciertas causas de dispareunia (dolor con las relaciones sexuales) y en la prevención del prolapso de órganos pélvicos. Asimismo, es ideal para recuperar el tono de la pelvis tras el embarazo y el parto. En los hombres, resulta muy efectivo en la recuperación de la continencia tras la cirugía prostática, en ciertos tipos de disfunción eréctil y en el tratamiento de la eyaculación precoz.

El protocolo consiste en seis sesiones, a una frecuencia de dos veces por semana, con expectativas de resultados duraderos de hasta dos años.

Gratificación sexual

El envejecimiento afecta no sólo al sistema urinario femenino, sino también al genital. Con los años, el tono y la tensión de los músculos de la pared vaginal ceden paulatinamente, debido a la disminución drástica de las hormonas sexuales circulantes, a la distensión provocada por los embarazos y los partos, a los cambios de peso y ciertos hábitos cotidianos perjudiciales. A pesar de llevar un programa regular y disciplinado de ejercicios de rehabilitación del suelo pélvico, esto casi nunca resulta suficiente para mantener la resistencia y el tono del aparato genital femenino.

El Emsella es igual de útil en el fortalecimiento y tensado de la musculatura vaginal. Con la terapia se logra una mejoría notable del grosor y del tono de las paredes de la vagina. Después de tan sólo dos sesiones la mayoría de las pacientes comunican un sustancial cambio en su vida sexual, aumentando las sensaciones placenteras tanto para ella como para su pareja. La mujer será capaz de contraer de dos a tres veces más fuertemente su vagina, consiguiendo por tanto una mayor gratificación con las relaciones sexuales. En resumen, la paciente obtendrá como beneficio un rejuvenecimiento de su aparato genital.

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Juan Leordes Félix González es urólogo del Centro de Medicina Estética y Antienvejecimiento RSP. Formado como urólogo en el Hospital Galdakao-Usansolo, País Vasco, hizo una maestría de Cirugía Urológica y Suelo Pélvico en la Universidad Cardenal de Herrera, Valencia; y es miembro honorario de Cirugía Urooncológica en la Clínica Teknon, Barcelona.

Existe una tecnología que aplica la energía electromagnética focalizada de alta intensidad para el fortalecimiento de la musculatura pélvica y el tratamiento de la incontinencia. iStock

Juan L. Félix González