Visión
Al perder la visión descubrió otras facultades
Fue perdiendo la visión poco a poco. En el momento en que dejó de ver definitivamente pensó que el mundo se le caería encima y que dependería para siempre de otra persona, pero el tiempo le demostró que “cuando se cierra una puerta, se abre otra”.
Actualmente tiene dos anhelos: establecer su propio espacio para masajes y conocer a su madre, quien la dejó al cuidado de su abuela paterna cuando tenía tres años y nunca más volvió a verla.
Es la historia de Werkys Brito, de 40 años, no vidente que trabaja como masajista en el Centro Tacto Divino, ubicado en Mirador Sur.Este oficio lo estudió luego de perder la visión.
Escollos No sabe con exactitud su diagnóstico, pero sí recuerda que nació con problemas de visión que requirieron someterla a cirugía. Desde muy niña tenía una muy baja visión, lo que la obligó a dejar la escuela cuando llegó al primero de bachillerato. Los cursos los completaba copiando de los compañeros porque no podía ver la pizarra.
Laboró como doméstica y recuerda que en más de una ocasión le llamaban la atención porque rompía algunos platos o no veía dónde se acumulaba la mugre.
Hace unos años dejó de ver completamente y por recomendación de una tía política asistió a la escuela donde aprendió técnicas de masaje terapéutico y de relajación, con lo que gana su sustento.
Werkys no conoce a su madre. “A veces pienso que seguro fue por mi problema de la vista que ella me dejó y me entristezco”, dice.
“Solo sé que se llama Altagracia Martínez y me han dicho que tengo cinco hermanos, por lo que uno de mis mayores deseos es poder conocerlos”.
CLAVES Traslado. Werkys reside en Capotillo y de ahí acude diariamente a su centro de trabajo, ubicado en Mirador Sur, por lo que, además de un motor, debe tomar un autobús y un carro.
Superación. Al principio, dice, le daba miedo salir sola a la calle y se resistía a usar el bastón, pero poco a poco fue tomando confianza, sobre todo porque siempre encuentra la solidaridad de personas que la ayudan.