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EDUCACIÓN

¿Por qué investigan las universidades?

El prestigio de una institución de educación superior se mide por los resultados de sus estudios publicados en las revistas científicas de primer nivel.

La calidad de una universidad no se sustenta únicamente en lo que sucede en las aulas. Si quiere alcanzar prestigio internacional, una institución de educación superior no puede limitarse a contratar buenos profesores. Debe tener la investigación como uno de sus pilares.

“El prestigio en la universidad no se mide por el número de estudiantes, no se mide porque tus estudiantes tengan unos trabajos buenos; se mide por tu categorización internacional, por tu presencia en los rankings, y en los rankings el criterio valorativo más importante son los resultados de investigación”, dice Julio Montero, vicerrector de Investigación de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

Existen diferentes criterios para medir los resultados de investigación, pero el más importante es la cantidad de publicaciones en revistas científicas de primer nivel.

“¿Por qué hay que pagar la investigación? Porque estoy revalorizando mi marca y, por lo tanto, le estoy diciendo a mis estudiantes que mi universidad no solo resuelve problemas, sino que es una universidad de prestigio, y que cuando ellos lleguen con un título de mi universidad bien clasificada podrán obtener trabajos mejores. Ellos se estarán beneficiando de manera indirecta de una cosa que no han hecho, que es la investigación de algunos de sus profesores”, explica Montero, quien estuvo en el país como docente del Diplomado Internacional sobre Cultura de la Investigación impartido en la Universidad Federico Henríquez y Carvajal (UFHEC).

Inversión

Las universidades deben gestionar fondos para la investigación porque esta tarea requiere tiempo y ese tiempo debe formar parte de la actividad profesional del docente, no ser un trabajo que comparte con las clases. Así lo asegura Montero.

“Los gestores y los directivos de las universidades han de saber que ese tiempo debe ser pagado como se paga el tiempo dedicado a clases”, dice el catedrático, investigador y autor de varios libros.

La universidad, eso sí, ha de saber en quién invierte los recursos que gestiona, pues “no todos los profesores están igualmente dotados para investigar”.

Un docente bien preparado, sistemático y que domina las bases del conocimiento bibliográfico hará que el tiempo y los recursos invertidos en su trabajo tengan rendimiento.

No se trata, sin embargo, de que los investigadores se retiren completamente de las aulas. En opinión de Montero, que un investigador dé clases “es bueno”, siempre y cuando no las imparta a estudiantes de grado o de nuevo ingreso: “Con todo respeto, es una pérdida de talento”.

“Es mejor que dé clases al grupo de profesores que están haciendo doctorado porque estaremos empleando mejor el conocimiento que ha acumulado, y el talento que tiene lo estaremos dedicando a mejorar a otros que podrán llegar más fácilmente (a su nivel)”, explica el experto.

De ahí que es clave la planificación y la estrategia en la vida universitaria, que ha de incorporar la investigación, pero “con sentido común”.

“No se trata simplemente de dar dinero para investigar. Cuando tenemos tan poco dinero, tenemos que saber cómo lo podemos invertir de forma más efectiva”, expresa Montero.

Perfil Una fuerte vocación de investigación, una buena formación y la capacidad de trabajar en equipo son condiciones básicas para un investigador, dice Montero.

Los criterios de selección de los profesores que habrán de dedicarse a esta área han de ser más estrictos cuando la academia está trabajando para comenzar a implantar un clima de investigación.

Las tareas de investigación pueden ampliarse luego a más profesores, pero de inicio se requiere de personas con una fuerte vocación por la investigación. Eso significa que, aunque no hayan tenido ninguna ayuda o aunque apenas tuvieran tiempo, exhiban ya algún resultado de investigación o algún trabajo aunque sea pequeño.

Un segundo aspecto clave es la preparación. Y eso, según Montero, exige dominio del inglés, porque la ciencia -y la mejor ciencia- está escrita en ese idioma.

“La ciencia es un lenguaje internacional que hoy habla en inglés, igual que en el siglo XVI hablaba latín”, comenta Montero, y añade: “Si queremos correr vamos a fijarnos en los que corren mejor, no en los que llevan una vuelta de retraso”.

Sobre la capacidad de trabajar en equipo, el catedrático español señala que para lograr buenos estudios no solo se necesita gente preparada, sino también con la capacidad de liderazgo y la fuerza para agrupar a otras personas que se vayan formando a su alrededor.

En el ámbito particular de las ciencias sociales, en el cual se desenvuelve Montero, si no hay grupos de investigación -asevera-, no hay investigación.

“Se necesita tiempo de investigación y se necesitan grupos de investigación, y esos grupos requieren un líder”, agrega.

Las universidades deben darle tiempo para trabajar tanto al líder de un proyecto como a su equipo.

Fomento Una universidad no es simplemente un espacio para impartir clases de nivel más alto que la secundaria.

“Si no hay investigación, no hay universidad”, sentencia Montero. “Si yo no soy capaz de ofrecer un ‘plus’, si yo no soy consciente de que parte de mi responsabilidad social es hacer crecer el conocimiento, pues estoy condenando a mi institución y a mi país a vivir de lo que inventen otros”.

Es, pues, responsabilidad de las instituciones de educación superior el fomentar en su interior la cultura de investigación.

El Estado, de su lado, puede crear fondos para las investigaciones y canalizarlos a través de las universidades.

“El Estado puede ayudar directamente a los investigadores, pero en ese caso lo que hace es crearles inestabilidad, porque si yo les ayudo por tres años y eso les lleva a alejarse de la universidad, que es donde tienen su trabajo y su fuente de sustento, cuando terminen el proyecto les he dejado, como se dice en España, ‘colgados de la brocha’ (en el aire)”.

Al canalizar los fondos a través de las academias, estas pueden articular programas en los que sus profesores se involucren y se consoliden profesionalmente.

Además, resulta más fácil para el Estado pedir cuentas del uso de esos recursos a las universidades y que estas, a su vez, pidan cuentas a los investigadores que emplea.

“No es suficiente dar dinero”, concluye Montero. “Hay que dar dinero y pedir cuentas de lo que se hace con él”.

DIPLOMADO INTERNACIONAL El Diplomado Internacional sobre Cultura de la Investigación es impartido como parte de un proceso de transformación que experimenta la Universidad Federico Henríquez y Carvajal (UFHEC), explica Darwin Muñoz, vicerrector de Ciencia, Tecnología, Innovación y Posgrado de la institución de educación superior.

“Es un tema que está relativamente rezagado en nuestro país, pero nosotros estamos dando pasos importantes para insertarlo de manera activa en toda la universidad”, afirma.

Como parte de sus alianzas internacionales, la UFHEC tiene acuerdos con la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), que apoya a la academia dominicana en el fomento de la cultura de investigación.

El diplomado es una de las actividades principales que realiza el Vicerrectorado de Investigación de la UNIR.

En el programa, cuyas clases presenciales tuvieron lugar la semana pasada, no solo participan docentes de la UFHEC. El Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología otorgó 15 becas a participantes de otros centros.

Julio Montero, Ana Belén Calvo, Mercedes González Sanmamed y Francisco Segado Boj, catedráticos de la UNIR, impartieron las clases en la Unidad de Posgrado de la UFHEC.