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El juego de las migajas

“Una relación auténtica no alimenta el amor con migajas”, L.B.

l psicólogo español y docente de la Universidad de Castilla-La Mancha, Navarro Olivas, en un artículo de su autoría, abordó el creciente número de personas afectadas por el fenómeno conocido como Breadcrumbing, un término que en inglés significa “migajas de pan”. Esta estrategia manipulativa se caracteriza por ofrecer señales intermitentes de interés hacia otra persona con el objetivo de mantenerla emocionalmente enganchada sin establecer un compromiso real.

Este tipo de comportamiento, tan tóxico como sutil, genera un vínculo fluctuante que afecta negativamente la salud mental de las víctimas. La mezcla de atención ocasional con ausencias prolongadas incrementa la sensación de soledad y refuerza un ciclo de incertidumbre y confusión. Aunque se asocia frecuentemente con relaciones románticas, el Breadcrumbing también puede aparecer en contextos laborales o familiares, donde las señales de interés o afecto son utilizadas como herramientas de control más que de conexión genuina.

En la dinámica de este “arte tóxico”, los gestos de afecto esporádicos y las promesas vacías funcionan como migajas que alimentan una falsa esperanza de cambio. Sin embargo, estas migajas no conducen a un camino sólido ni estable, sino a una espiral de frustración y ansiedad. 

La persona atrapada en esta relación puede encontrarse deseando que la situación mejore, solo para enfrentarse repetidamente a la misma decepción.

Los patrones de inconsistencia son una de las principales señales del breadcrumber, quien suele mantener secretos sobre su vida privada, evita involucrarse con el círculo íntimo de su pareja y rara vez fomenta una conexión emocional profunda. Además, la ausencia de planes a largo plazo o compromisos concretos suele justificarse con excusas que refuerzan el comportamiento ambiguo. Esta dinámica afecta directamente nuestra necesidad psicológica de pertenencia y vinculación emocional, dejando a la víctima en un estado de constante incertidumbre.

El Breadcrumbing, además, refleja ciertos rasgos de la personalidad narcisista, como la necesidad de mantener el control sobre la otra persona. Aunque no existen muchos estudios especializados en este tema, las coincidencias con patrones narcisistas son evidentes. La manipulación emocional permite al breadcrumber ejercer una forma de dominio que les resulta gratificante, mientras la víctima lucha con sentimientos de dependencia emocional y baja autoestima.

En el contexto de la celebración del mes del amor y las relaciones sanas, es crucial reflexionar sobre la importancia de la comunicación asertiva y el respeto mutuo como pilares de cualquier vínculo. Reconocer y comprender estas dinámicas manipulativas no solo es el primer paso para salir de ellas, sino también para reconstruir la autoestima y fomentar relaciones más saludables. 

Buscar apoyo profesional puede ser esencial para sanar, fortalecer la resiliencia y superar las secuelas emocionales que deja este tipo de experiencia y sobre todo, eliminar la idea de que pueda repetirse a futuro.

La autora es entrenadora internacional en PNL